Ante la búsqueda desesperada del best-seller definitivo, gran parte de la industria editorial parece abocada a la búsqueda de la continuación de viejos superventas. Sin embargo, cuando la reedición ya no parece suficiente, incluso sacando del olvido viejos éxitos que tenían en barbecho, y los escritores franquicia no producen las novelas seudo-históricas adecuadas, no hay más que empezar a rebuscar en ciertos archivos.
De un tiempo a esta parte proliferan las obras olvidadas, desechadas, ocultas e incompletas que sus autores dejaron así por propia decisión o bien por sufrir la tremenda desgracia de morirse. Ya hablamos de Bolaño, al que se le han encontrado hasta tres novelas inéditas de las que al menos una ya tiene los derechos comprometidos.
Siguiendo la línea de inacabados, no faltan los completismos sobre series, como se ha hecho como La rueda del tiempo, La Fundación de Asimov o bien Blade Runner, que se ha visto alargada hasta una inverosímil tercera parte.
A medio camino entre las dos formas de edición, anuncian la próxima aparición de una novela de Michael Crichton que, estando “acabada” ha sido retocada en la editorial (esto es una práctica habitual en el mundo americano) y que saldrá dentro de poco a la venta. A la vez, tras encontrar algún capítulo escrito y algo de documentación, desde la editorial buscan a un solvente escritor de thrillers para terminar la obra de Crichton.
Yo sigo pensando que es una falta de respeto al autor, pero es cierto que las nuevas obras generan unos buenos ingresos para las familias de los escritores… ¿dónde está el límite entre continuidad y explotación?