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Los escritores y sus drogas

AutorAlfredo Álamo el 19 de marzo de 2014 en Divulgación

Junkie

Parece inevitable encontrarse con autores marcados por las drogas. ¿Acaso la creatividad conduce al consumo o es el consumo el que logra sacar lo mejor de algunos escritores? ¿Es un término medio? Lo que está claro es que el abuso no es buen consejero y que si bien se dice que el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría, a algunos les condujo directos a la morgue.

Aldous Huxley es a la vez uno de los grandes autores del siglo XX y un experimentador nato de las drogas como puertas a la consciencia. Sería el ejemplo de autor psiconauta, usuario de drogas alucinógenas como el LSD o la mescalina, pero siempre desde un punto de vista científico y ordenado. Huxley escribió bastante sobre filosofía y drogas, siendo muy recomendable Las puertas de la percepción.

En el lado contrario del ring literario nos encontramos con William Burroughs, otro de los grandes autores del siglo pasado y que, puestos a experimentar, probó prácticamente todo lo que cayó en sus manos. Burroughs desarrolló varias adicciones que, en algunos momentos de su vida, casi acaban con él por completo. Recomendable para ver el efecto de la droga en su escritura: El almuerzo desnudo. Si queréis ver su visión personal sobre la adicción: Yonqui.

Jack Kerouac fue el miembro más destacado de la generación beat (con la que Burroughs tuvo mucho que ver) y, además del alcohol o la marihuana, se sabe que el autor americano le daba bastante a las anfetaminas, droga emergente en los años 50. Escribió obras tan importantes como En el camino, pero murió demasiado pronto, cuando apenas contaba con 47 años de edad. Cirrosis.

Thomas de Quincey es uno de los precursores en esto de las drogas y la literatura. Sus libros autobiográficos supusieron un verdadero escándalo a mediados del siglo XIX por exponer uno de los grandes vicios de su tiempo: el consumo de opio. Confesiones de un comedor de opio, Suspiria de profundis y Apuntes autobiográficos son tres libros indispensables.

Por último, Hunter S. Thompson, politoxicómano irredento, alcohólico y suicida. Creador del concepto del periodismo bonzo y autor de algunas de las páginas más corrosivas de la historia de la literatura. Miedo y asco en Las Vegas es una obra fundamental dentro de su obra, y yo no me perdería El último dinosaurio, donde se reúnen las principales entrevistas que concedió.

¿Y vosotros? ¿Qué opináis? ¿El consumo responsable de ciertas drogas ayuda a la creación? ¿O el coste que le exige al cuerpo es superior al beneficio? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

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Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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