En la primera parte de este artículo hablamos de algunos binomios bastante conocidos de inspirados e inspiradores. A continuación nos detendremos en algunos ejemplos más. Es digno de mención que la musa es, en la mayoría de las ocasiones, una entidad traviesa y maléfica, que proporciona al artista mayor gloria y talento cuanto mayor es su duelo. Se dice que del sufrimiento nacen las grandes obras, y de la armonía el arte más blando y comercial, y aunque habrá musas dulces, generosas y buenas, las más influyentes han sido crueles, representantes del amor atormentado, de amores no correspondidos o rechazados por la sociedad. Empezamos de nuevo con los sufridos griegos:
4. Propercio y Cintia: Sexto Propercio dedicó la mayor parte de su vida poética a la mujer conocida como Cintia. Su nombre real era Hostia, y se presupone que era una liberta o cortesana bastante veleta en sus relaciones, exigente y culta, también poeta. Propercio le dedicó innumerables versos de gran potencia lírica. Aunque el corazón del poeta terminó por enfriarse, al parecer por los interminables desprecios de su amada, tras la muerte de esta volvió a escribirle, esta vez con versos reflexivos, dominados por una pasión triste y morbosa, como atestiguan algunas de sus palabras más famosas, las del fantasma de Cintia cuando se le aparece y le increpa, celosa, el polvo de tus huesos se mezclará con el de los míos.
5. Sor Juana Inés de la Cruz y María Luisa Manrique de Lara, marquesa de la Laguna: Sor Juana Inés era una de las mujeres más inteligentes de su tiempo, y tuvo varias mecenas femeninas a las que les escribió poesía al estilo de la época, pero ninguna tan ardiente como la que le dedicaba a su amiga la marquesa, su principal benefactora. La joya favorita de la corte del virreinato mexicano en pleno siglo XVII, la vida de Juana Inés Asbaje y Ramírez de Santillana estaba abocada al matrimonio, pero consiguió evitarlo ingresando en una orden monástica. Se ha llegado a considerar que su repugnancia hacia las nupcias podría deberse a una posible homosexualidad, pero las restricciones que este tipo de unión le impondrían a una mujer tan excepcional eran mucho mayores que las que le imponía la vida religiosa, que en su caso no era muy severa y le permitía recibir visitas, poseer una amplia biblioteca y participar en la vida intelectual de Nueva España; por lo que esta elección fue seguramente más racional que amorosa. Juana Inés escribía poesía ardiente al estilo de su tiempo, marcado por las formas del amor cortés, pero sí es cierto que los versos dedicados a su amiga María Luisa reflejan una devoción que, aunque no necesariamente carnal, debía de ser muy profunda.
Hemos hablado de apenas un puñado de musas y escritores (y escritoras), pero sin duda hay muchos más. Tenemos a Vivienne Eliot, esposa del poeta y crítico estadounidense T. S. Eliot; a Lucía Joyce, hija del afamado James, y toda una princesa de entre las flappers de los años 20; a la modelo y actriz Padma Lakshmi, casada durante tres años con el novelista Salman Rushdie, que se inspiró en ella para crear uno de los personajes principales de la novela Furia. ¿De qué otras grandes musas no hemos hablado? ¿Cuáles son vuestras favoritas? Esperamos, como siempre, vuestras respuestas en los comentarios.
Propercio
James Joyce
Salman Rushdie
Sor Juana Inés de la Cruz
Thomas Stearns Eliot
Furia