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Anécdotas de escritores (III)

AutorGabriella Campbell el 31 de marzo de 2009 en Divulgación

-El célebre novelista, periodista y abogado francés Paul Tristan, más conocido como Tristan Bernard, se encontró un día con un amigo por el paseo marítimo de Deauville, llevando una nueva gorra de patrón de yate. Cuando su amigo le preguntó de dónde había sacado el gorro nuevo, Bernard le contestó que lo había comprado con lo que había ganado la noche anterior en el casino. Su amigo le felicitó, pero Bernard lo detuvo, lamentándose: ¡Ay, amigo mío, pero con todo el dinero que perdí podría haberme comprado el yate!

-El conocido humorista británico Alan Coren, decidido a publicar un libro, buscó consejo entre sus amigos editores y conocedores de la profesión, quienes coincidían en que los libros que mejor acogida tenían entre el público eran los que versaban sobre gatos, golf o nazis. Enseguida, Coren reunió varios de sus artículos y los publicó bajo el título Golf para gatos. Su portada mostraba un gato con uniforme nazi, con un palo de golf entre sus patas.

-En 2003, el inventor Selmer Bringsjord, del Instituto Politécnico Rensselaer de Nueva York, presentó un programa de ordenador llamado Brutus One que, tras siete años de desarrollo, era capaz de “crear” relatos. Para probar su eficacia, su inventor publicó en internet uno de sus relatos artificiales, junto con tres otros relatos escritos por seres humanos. Sólo un 25% de los 4000 lectores pudo adivinar cuál era el relato creado por Brutus y cuáles eran los escritos por seres humanos.

Chaplin

Esto puede parecer muy impresionante, pero el propio inventor tuvo que admitir que tenía sus limitaciones, aclarando que Brutus One era sólo la primera versión del programa. Según Bringsjord, el programa era un gran imitador de los estilos literarios que le introducían en la memoria, pero que hasta la fecha sólo podía producir relatos de 500 palabras con un narrador masculino y ambientados en el entorno de una universidad.

-Durante un ensayo de una de sus obras de teatro, un joven actor llamado Charlie que ganaba tres libras a la semana le propuso a Sir Arthur Conan Doyle, al que conocemos sobre todo por ser el creador de Sherlock Holmes, que deberían unir sus ingresos y repartirlos al 50% de manera periódica durante el resto de sus vidas. Aunque la propuesta se dijo en broma y a Doyle le hizo bastante gracia, no la aceptó por razones obvias. Su respuesta al joven fue: No creo que eso sea buena idea, Sr. Chaplin.

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