Hace poco que hablábamos sobre la literatura para jóvenes adultos y un nuevo tipo de segmento, al que se ha llamado New Adult Fiction (Ficción para nuevos adultos), es decir, libros con elementos adultos (como por ejemplo una sexualidad explícita) pero que mantienen ciertos puntos de conexión con la literatura juvenil. Es complicado explicar esta situación sin un buen ejemplo, así que voy a hablaros de un libro (en realidad dos) que podríamos definir como pionero en este ámbito. Me refiero a Los magos, de Lev Grossman.
Grossman inició su andadura en literatura desde la crítica y el articulismo, publicando para revistas y medios como Wired, el New York Times o Time, donde realizó una amplia serie de artículos sobre tecnología y cultura popular actual. Poco a poco se inició en la novela y ha publicado desde tecnothriller a novela fantástica. Para los amantes de las anécdotas, comentar que a Grossman lo pillaron con «las reseñas en la masa», cuando se descubrió que subía comentarios favorables a sus propias novelas en Amazon.
Pero lo que nos interesa hoy es su visión de la literatura fantástica, volcada en dos libros, Los magos y El bosque mágico, su continuación. El primer referente que nos viene a la cabeza al iniciar la lectura de la obra de Grossman es Harry Potter, solo que en lugar de encontrarnos con un niño que va al colegio nos encontramos a un adolescente que inicia su camino universitario. La escuela de magia a la que asiste, Brakebills, es un college anglosajón, con sus profesores, sus secretos, sus misterios y su aburrida vida académica. Pero las similitudes van cayendo a medida que el protagonista, Quentin, avanza en su vida universitaria hasta completarla antes de la mitad del libro. Lo interesante de Los magos es la visión realista de un momento mágico. Pese a sus poderes, los estudiantes de Brakebills parecen post-adolescentes clásicos que buscan librarse de sus estudios, beber cerveza y practicar sexo.
En cierto modo, Los magos, y parte de El bosque mágico, aglutina grandes influencias de libros como El guardián entre el centeno, por poner un ejemplo, sin dejar de introducir fantasía en su aspecto más clásico. La obsesión del protagonista sobre el mundo mítico de Filory -una referencia casi directa a la Narnia de C.S. Lewis– se va adueñando de la narración, pero siempre desde ese punto de vista en la que los protagonistas mantienen una actitud real, pragmática y, en ocasiones, totalmente narcisista.
Las dos novelas no dejan de seguir el clásico ciclo del héroe, con sus matices, claro, y nos encontramos ante una historia iniciática y de descubrimiento interior. La edad de los personajes y su lenguaje -en el que la tecnología es algo normal y habitual que conocer y usar- ayuda a la identificación con los jóvenes. Pero que por fuera todo sea humo y espejos no quita que la narración contenga esos elementos adultos que ayudan a que vaya un poco más allá y pueda gustar tanto a jóvenes lectores -ya creciditos-, como a un amplio rango de adultos.
Grossman recibió en 2010 el Alex Award, un premio que se otorga a los libros para adultos que gustan también a adolescentes. De hecho, viéndolo hoy en día, habría que decir que Los magos es un libro fronterizo, de difícil clasificación y que entraría, como ya decíamos, en esa nueva categoría, todavía por acabar de definir, de la New Adult Fiction.
Lev Grossman