Vender lo máximo posible. Ese es el lema de muchas grandes editoriales hoy en día. Esto es un negocio y aquí hemos venido a ganar dinero. Todo eso de la literatura y el arte está muy bien, pero si tengo que sacar euros, habrá que buscar best-sellers hasta debajo de las piedras. ¿Calidad literaria? Pues… si la tienen bien, y si no… también. El resultado no hay más que verlo, a la que salta una obra que consigue despuntar un poquito en el mercado, ¡Bang! Dos meses después ya tenemos la mesa de novedades cubierta de obras del mismo estilo, de la misma extensión y hasta con un diseño similar.
La producción de libros clónicos, muchos de ellos por encargo, otros lo son por mera coincidencia o por estar abandonados en el fondo editorial, es todo un mundo. Los escritores de best-sellers también buscan esas tendencias para poder presentar a sus editores ideas que les gusten, así que, en el fondo, es un bonito círculo que mueve bastante dinero.
Permitidme entonces que lance la vista hacia delante. No mucho, no hace falta, quizá dentro de diez años, donde el crecimiento del ebook y de la autoedición habrá subido a niveles nunca vistos y, además, el desarrollo tecnológico en el campo de la inteligencia artificial y la semántica alcanzará también su plenitud. Con ese escenario en mente me gustaría hablaros de Philip M. Parker, un profesor de marketing que lleva más de una década perfeccionando un software dedicado a la creación de libros enteros. Son obras entresacadas de otras, revisadas rápidamente por un experto -o no- y muy, muy específicas, dedicadas a la tecnología, la ciencia o la lingüística. Con los datos que he podido revisar, a día de hoy lleva por lo menos 700.000 obras registradas, casi todas a la venta en Amazon. Parker anunció hace unos años que ya estaba trabajando en un sistema similar para producir libros de ficción romántica, al ser un género con tramas muy similares y fáciles de revisar. Todavía, que yo sepa, ha cumplido su amenaza, pero, ¿dentro de una década?
Y es que escribir un libro clónico a partir de otro no es tan difícil. Son palabras y las palabras se organizan de una manera lógica. Partiendo, por ejemplo, de 50 sombras de Grey, de E. L. James, podemos alimentar un programa de ordenador e ir cambiando parámetros: En lugar de en Washington, en la Toscana, que la protagonista no sea una estudiante sino una turista; nada de ejecutivo agresivo, ponemos un especialista en vinos y finalmente se retocan a mano algunas perversiones. En una semanita o menos podemos tener cien libros de esos, y si la tecnología avanza como parece, incluso podemos eliminar una intervención humana.
¿Os imagináis terminar, no sé, el último libro de John Connolly y decirle a tu propio ordenador que te genere una historia parecida? ¿Que incluso pueda continuar con el mismo personaje protagonista? El resultado no será muy original, pero eso no ha detenido a la industria editorial hasta ahora, ¿verdad?
Si esto os parece demasiada ciencia ficción, deciros que Alexander Prokopovich ya sacó en 2008 un libro construido a partir de Ana Karenina y otros 17 libros más, con un estilo, según él, como el de Haruki Murakami. Habría que verlo, claro, pero quizá el futuro esté más cerca de lo que pensamos.