Como decíamos en la primera parte del artículo, Philip Roth se ha retirado. Ha anunciado que no escribirá más. Dos semanas antes de la primicia, que surgió de una entrevista del escritor con una revista francesa, aconsejó a un joven novelista que abandonara el cruel mundo de la escritura, ahora que todavía podía.
Con 78 años, asegura que no ha escrito nada en los últimos tres años, que no escribirá más novelas. Tras una vida entera dedicada a la creación literaria, con una lista interminable de títulos publicados, tampoco es tan sorprendente que el escritor haya decidido descansar y dedicarse a otras cosas. Lo que sí resulta más curioso es su actitud de conclusión, de resignación ante un periodo de su vida que ha finalizado. A los 74, consciente de que sus años restantes podían estar contados, se dedicó a releer sus libros favoritos y sus propias obras, en orden cronológico inverso. Tras esto, decidió que ya había terminado con la ficción, que no quería leer ni escribir más. Asegura que ha dedicado su vida a la novela: ha estudiado, ha enseñado, ha escrito y ha leído. Excluyendo casi todo lo demás. Considera que ya es suficiente, y que ya no siente ese impulso fanático por escribir que ha tenido toda su vida.
No obstante, sus palabras a Tepper parecen haber irritado a algunos escritores, todavía muy enamorados del arte de escribir. Destaca la respuesta de Elizabeth Gilbert, autora de superventas como Come, reza, ama, que fue adaptado a la gran pantalla recientemente y que ha obtenido un éxito extraordinario. Gilbert le contestó a Roth en la web sobre libros Bookish.
Porque, en serio, ¿es tan difícil escribir? Sí, lo es, lo sé por propia experiencia, ¿pero tanto más difícil que otras profesiones? ¿Es más difícil que trabajar en una planta siderúrgica, o criar a un hijo si eres madre soltera o padre soltero, o pasarte tres horas al día en el metro para llegar a tu aburrido trabajo de oficina, o lavar la ropa en una residencia de ancianos, o dirigir una planta de hospital, o despachar equipaje, o cavar fosas sépticas, o ser camarero en una tienda de delicatessen, o cualquier otra cosa que hagan otras personas?
Así que ya sabéis, amigos escritores, la próxima vez que os quejéis de que os duelen los riñones y la espalda después de tantas largas horas sentados delante del ordenador (las mismas que pasa un diseñador web o un traductor o un administrativo), de la tremenda frustración y estrés que tenéis que soportar (la misma que soporta un programador informático, un ilustrador o cualquiera que trabaje en atención al cliente) y la escasísima remuneración de vuestro oficio (la misma que cualquier trabajador que obtiene una retribución ridícula por muchísimas horas de esfuerzo, que en España de esos tenemos unos cuantos), recordad las palabras de Gilbert. No es tan horrible, y podría ser mucho peor. No estáis picando en la mina, precisamente.
Aunque, a quién voy a engañar, yo estoy con Roth. Pocas cosas hay tan ingratas como el arte de la escritura. Y todavía es temprano para Gilbert que, con sus millones de ventas a nivel mundial y su edad relativamente joven, está muy lejos de los 78 de un Roth que ha terminado saturado de una vida dominada por completo por una obsesión que le ha permitido muy poco tiempo para cualquier otro interés, afición o trabajo. ¿Y con quién estáis vosotros? Entendéis las duras palabras de Roth a Tepper o creéis, como Gilbert, que su consejo es un tanto amargo y quejica? Esperamos, como siempre, vuestras opiniones en los comentarios.