Ante la palabra autoayuda, se despiertan en nuestro cerebro varias ideas relacionadas, y es posible que muchas de estas ideas sean de lo más críticas. Se trata de una tendencia, un tema, un subgénero que podemos encontrar en el mercado editorial y que puede asociarse a obras repletas de palabrería barata, fábulas ingenuas, fórmulas mágicas y muchísima tomadura de pelo en general.
Pero el mercado avanza, nuestros gustos cambian, y a pesar de la abundancia de charlatanes, supersticiones y del pensamiento mágico enamorado de las soluciones fáciles y milagrosas, vemos con cierta curiosidad cómo los libros que antes prometían resolver todos nuestros problemas han ido cambiando. Poco a poco esas fórmulas han evolucionado. Hay un señor llamado Paulo Coelho que opina que el Ulises de James Joyce es un libro vacío, y que vende, aun ahora, una cantidad de ejemplares nada despreciable, al igual que otros enamorados del cuento y de la parábola como Jorge Bucay y similares. Pero estos ahora son puentes, libros intermedios entre aquella profusión de obras que prometían hacernos felices y la nueva corriente que lleva un tiempo abriéndose paso en nuestras librerías. Lo que se nos viene encima es mucho más gordo pero, sorprendentemente, bastante más inteligente.
La nueva ola de autoayuda ya no se llama autoayuda. Hay demasiadas connotaciones negativas y anticuadas en este sentido. Con la nueva ola hablamos de superación personal o incluso de life hacking, una expresión que simboliza a la perfección esta nueva tendencia de buscar atajos o hacks para mejorar nuestra vida. El uso de un término asociado a la informática y a la tecnología de la comunicación no es gratuito; esta nueva ola nace, sobre todo, en línea, en los blogs y webs especializadas. Muchos de los libros de esta nueva corriente surgen, precisamente, de estos sitios web, y muchos son autoediciones, por obra y gracia de Amazon o Kickstarter, pero otros son los niños predilectos de sellos editoriales tradicionales. Como en todo, hay charlatanes y promesas vacías, pero el discurso carece de credibilidad si no va acompañado de una demostrada documentación o una larga experiencia en el campo tratado. Los nuevos autores de superación personal no son solo los autores, son los sujetos de sus propios experimentos, hombres y mujeres aparentemente normales que han alcanzado cotas de productividad y superación muy notables. Y no uso la palabra productividad en vano, ya que esta se ha convertido en la nueva panacea de este mercado de no ficción: donde antes queríamos ser más felices, ahora parece que queremos ser, ante todo, más productivos e independientes. La eficiencia se ha convertido en la máxima virtud.
Al mismo tiempo, aparece una contraposición clara a esta necesidad de rentabilidad laboral y personal, una corriente que busca los mismos objetivos (máximo rendimiento con mínimo estrés) a través de caminos muy distintos. Frente al lifehacking de autores como Tim Ferriss, Gina Trapani o David Allen, otros autores recurren a la meditación, al budismo zen y al minimalismo para obtener los mismos resultados. ¿Pero dónde comenzó este cambio, este paso del sentimentalismo a la metodología fría y calculada de los nuevos escritores de autoayuda? Lo veremos en la segunda parte del artículo.