Hablábamos en la entrada anterior de las fabulosas (e imposibles de encontrar) antologías de ciencia ficción española, que nos permiten hablar de un género apasionante, muy satisfactorio desde el punto de vista literario y muy, muy desconocido y, además, muy, muy incomprendido. Las causas de este desconocimiento y de esta incomprensión son muy variadas, pero podemos resumirlas en una: la invisibilidad. La ciencia ficción española, sobre todo en formato de relato y novela corta (los que nos han dado la mayor parte de las obras destacadas del género), es invisible para aquellos lectores que la podrían degustar como se merece. Por un lado, no hay ninguna obra emblemática que se les pueda vender a los lectores de mainstream para que estos la reconozcan; parece una tontería, pero es marketing elemental: si no lo puedes categorizar, es como si no existiera. Por otro lado tenemos el problema intrínseco a las recopilaciones de relatos: no son comerciales, por lo que no se les suele prestar atención. Y, para rematarlo, tenemos otros dos factores extra: la escasa atención que ha recibido la ciencia ficción entre los críticos literarios de medios generalistas, y la nula presencia que ha tenido hasta hace muy poquito tiempo en los planes de estudios académicos y en el mundo universitario.
El primer elemento depende de los lectores (qué sé yo, a lo mejor el éxito de la película Fin hace que de repente todo el mundo se interese por la novela homónima de David Monteagudo), el segundo parece un defecto estructural del mercado editorial español y, en cuanto a los dos últimos, pues bueno, las nuevas generaciones de críticos y profesores universitarios están consiguiendo que el discurso general sea favorable al género (o tal vez sean una consecuencia de este proceso). Gracias a este caldo de cultivo ha sido posible una recopilación como Prospectivas. Antología del cuento de ciencia ficción española actual, seleccionada por Fernando Ángel Moreno, y que introduce una novedad con respecto a las recopilaciones de las que hablábamos en la entrada anterior: no intenta aproximarse a los mejores relatos de ciencia ficción publicados en medios especializados, sino que tira por elevación y nos plantea, lisa y llanamente, un esto es lo mejor de la ciencia ficción española de los últimos treinta años, se haya publicado donde se haya publicado. Además, es una fuente de sorpresas.
Para los aficionados curtidos en las antologías que mencionábamos en la entrada anterior, porque podrán comprobar lo bien que siguen funcionando los clásicos de la edad de oro de los relatos españoles, pero también porque descubrirán los excelentes relatos de Bartual (el ucrónico Últimas páginas de una autobiografía) y Muñoz Rengel (Brigada Diógenes es nuestro Fahrenheit 451 patrio, aunque la acción transcurra en Roma) y, sobre todo, el inclasificable Arcan, de Manuel Vilas (un must, como relato y como autor; háganse un favor y pídanle amistad en Facebook: su cuenta justifica la mera existencia de las redes sociales).
Para los lectores que se acerquen al género desde fuera, pero sin prejuicios, porque podrán constatar las bondades de obras maestras como El rebaño, de Mallorquí (del que el seleccionador comenta, y no le falta razón, que es uno de los mejores relatos de ciencia ficción, con independencia de la nacionalidad del autor, un postapocalíptico que no tiene nada que envidiarle a La carretera, de Cormac McCarthy), de relatos llenos de sentido de la maravilla (la declaración de amor de Aguilera a Julio Verne es digna de nota), de historias valiosas y valientes (Tren, de Díez, ha abordado la tragedia del 11-M con más amplitud de miras que los autores de mainstream) o de experimentos que van más allá de la literatura y el ensayo (Patrick Hannahan y las guerras secretas, de Vaquerizo).
Y para los lectores que crean que este tipo de antologías es, por definición, predecible, porque tenemos Poetik GmbH, de Pavón (una feroz exploración de la afectividad y la memoria, en la onda de Greg Egan) o NeoTokio blues, de Vázquez (la síntesis perfecta de distopía y cómic japonés).
Es evidente que no están todos los que son, y que cada cual echará de menos algún relato en concreto o a algún autor (por ejemplo, Armando Boix, Víctor Conde, Carlos Fernández Castrosín, Ramón Muñoz, Javier Negrete, Félix J. Palma, Enrique Vila-Matas o Iban Zaldua), pero, en cualquier caso, Prospectivas es una buena recopilación que nos habla de un género vivo y cambiante, un fiel reflejo del presente y, al mismo tiempo, perfectamente consciente de su pasado.
¿Podría ser la antología que redima la ciencia ficción española de su falta de comercialidad y de su invisibilidad mediática? Tal vez no. ¿Puede marcar un antes y un después en la percepción que tienen los mundos académico y crítico de la ciencia ficción española como género? Lo más seguro es que sí: esa es su intención y, desde luego, hay muy buena materia prima para ello, tanto en la introducción de Fernando Ángel Moreno como en los relatos que la componen. Con el tiempo, llegará a ser libro de texto obligatorio de cualquier asignatura sobre cuento español contemporáneo en facultades de filología, ya lo verán.
Prospectivas