Alejada ya de los primeros e-zines de aficionados a la World Wide Web prehistórica, la revista online se perfila como una publicación propia, divorciada de páginas diseñadas con HTML para principiantes y simples ubicaciones de enlace para su pareja impresa. Así, los más incautos comenzaron leyendo la prensa en línea, y poco a poco fueron descubriendo que sus publicaciones periódicas favoritas tenían comparsa en Internet. Del ABC y El País en la pantalla pasamos a leer los últimos reportajes de moda en Vogue, los cotilleos más frescos en Diez Minutos o reseñas de las novedades en cartelera en Fotogramas. Pero desde que comenzó la andadura de las publicaciones on-line han existido revistas con entidad propia en la web, diseñados exclusivamente para ésta; o en cualquier caso con un diseño y concepto diferenciado de su partenaire en papel.
Aquí es donde triunfan sobre todo las revistas culturales, ya que el interés por lo artístico y lo literario ofrece un frente digital con un potencial inmenso. La posibilidad de combinar imagen, sonido y movimiento mediante la superposición de elementos, el abuso del Flash y el deseo de innovar puede originar partos como el de calle20 (alojada en la conocida 20 Minutos), Babab o Dosdoce.com, publicaciones interactivas que procuran transmitir información al mismo ritmo frenético que el resto de Internet, asegurando al lector una saludable renovación constante de contenidos mientras que controlan el movimiento de éstos ante un público tan exigente como el de la publicación impresa. Así, el periodista 2.0 tiene que afilar su visión, reubicarse y concentrarse en un público dispar, arbitrario y caprichoso que puede desechar sus esforzadísimas colaboraciones con un solo clic de su ratón.
Distinto es el caso de las publicaciones especializadas. En ámbitos de publicación minoritaria, para muchos aficionados las revistas on-line pueden aportar un caudal de información y entretenimiento que no encuentran en los comercios de a pie. Así, los profesionales universitarios pueden dar salida (y entrada) a una serie de investigaciones que no han alcanzado el interés o la subvención suficiente para lucirse en las revistas impresas propias de las facultades, los interesados en la jardinería o a la cocina pueden hallar pequeños trucos útiles de manera periódica sin tener que adquirir costosos manuales, y los que absorben la cibercultura de manera aún más directa que la mayoría pueden construir su propia página web sin tener que acercarse al quiosco de al lado.
¿Y en qué se diferencia una revista online de una web cualquiera? Si bien es verdad que en algunos casos el límite es difuso, la revista online suele trabajar su estructura y diseño enfocado al disfrute no sólo lector, sino también visual, como puede apreciarse sobre todo en publicaciones destinadas a la fotografía o a la arquitectura. Y ante todo tenemos una actualización y periodicidad garantizada, habitualmente simplificada por una estructura intuitiva y de acceso fácil para el lector/visitante/espectador. Eso sí, el que pueda no haber un control de calidad en cuanto a los contenidos, el que no pare de sonar esa musiquita irritante de fondo o el que la estética de la revista sea más un impedimento que un aliciente a su lectura, es algo que, definitivamente, tienen las revista online y el resto del mundo virtual totalmente en común. Quedan avisados.