Cenital es el título del nuevo libro de Emilio Bueso después del más que recomendable Diástole del que ya os hablamos aquí. Tras el buen gusto dejado por Diástole las expectativas eran altas y puedo decir que Bueso no ha defraudado en absoluto a pesar de nos ofrece un cambio de registro importante pasando de una novela de terror casi clásica a una distopía tan realista que en lugar de pesadillas provoca insomnio. Y ganas de aprender alfarería.
Estamos en el 2014 y el cenit del petróleo ya es una realidad que no se puede ocultar y con él llega el fin de nuestra civilización, de una humanidad que ha crecido demográficamente como si los recursos fueran inacabables, los hombres inmortales, el progreso incuestionable. La salida hacia delante de los últimos años protagonizada por todos, como postadolescentes que se niegan a ver la realidad, el no querer discernir las señales, el esperar un “plan b” de los gobernantes, hace que, cuando llega el momento y la realidad golpea, no se pueda hacer nada ya que no hay refugio posible, no hay salida posible. A no ser que te hayas preparado previamente para sobrevivir.
Cenital es la historia de Destral que sumó dos más dos y le dio 4, en lugar de 6 con el valor añadido, y comprendió que había que prepararse para lo que venía y pocos años antes del colapso funda una ecoaldea en un lugar perdido pero buscado junto a gente que ha ido contactando con él por internet. Es la historia de sus habitantes, new age con recortadas, que deben deshacerse de lo que eran para poder rehacerse, sobrevivir. El libro nos narra un momento concreto de la ecoaldea, mientras intercala las soflamas de Destral por internet, las historias de los habitantes de Cenital, la historia de la propia ecoaldea y las citas de libros reales que nos avisan de la que nos espera. Es en esa unión de diferentes aportes e historias, en el hilvanado que permite avanzar la acción mientras te hace reflexionar o te arrea un hachazo en forma de historia personal, donde reside uno de los aspectos mejor conseguidos de la novela.
Los personajes son un elemento central en la narración que nos permiten dar un respiro frente a la realidad apocalíptica, aunque no sean en muchos casos historias amables. Son personas que tenían una vida como la nuestra, mejor o peor adaptados a nuestra sociedad, con mejor o peor suerte, pero hechos a una vida y a unos medios que abandonan para abrazar la autosuficiencia ante la seguridad de que se acabó lo que se daba. Algunos tuvieron la suerte de llegar a Cenital antes de la catástrofe, otros se verán obligados a refugiarse tras ver colapsar el mundo y deberán adaptarse a una economía de supervivencia, abandonando hasta sus nombres. Iriña, M1guel, Sapote, Agro… cada uno de ellos tiene una función en la ecoaldea, cada uno tiene una historia detrás y un futuro incierto por delante.
La lectura del libro se acelera a medida que la acción va tomando forma hasta un final un poco anticlimático que se redime con la presentación, después de más de 250 páginas con él, de Destral.
Como ya he comentado Bueso lo ha vuelto a hacer y se reivindica de nuevo como uno de los escritores cuya trayectoria hay que seguir, con una novela de anticipación envuelta en catástrofe, en estupidez humana y, por eso, tan real.
Emilio Bueso
Cenital