No abras los ojos es el segundo libro protagonizado por el policía retirado David Gurney tras el éxito de Sé lo qué estás pensando. En esta ocasión Gurney sigue con su idílico retiro en su idílica casa de campo junto a su esposa Madelaine. El único problema es que él no es precisamente un hombre de campo y su trabajo como policía de homicidios tampoco le ha preparado para que su máxima preocupación sea como abonar los espárragos, por mucho que lo intente por el bien de su matrimonio.
Una petición de ayuda para resolver un caso de asesinato encallado desde hace meses le permite volver a la brecha aunque sea como asesor. Su clienta es Van Perry, la madre de la joven asesinada. Gurney acepta asesorar en el caso por la insistencia de su ex compañero Jack Hardwick, al que ya conocimos en Sé lo que estás pensando, que ha sido apartado del caso y que no está de acuerdo en como se está llevando adelante ante la falta de resultados. Se trata de una muerte brutal, mediante la decapitación, en el mismo banquete de su boda ante cientos de invitados, que convierte al sospechoso huido no sólo en un sádico sino también en un temerario. Pero hay cosas en este caso que no tienen sentido aunque todo (motivo, medio, oportunidad) parece ser coherente.
El marido/viudo, Scott Ashton vive en la exclusiva zona de Tambury, donde se realizó la boda y tuvo lugar el asesinato. Ashton es también el director del exclusivo colegio Mapleshade para féminas de buena familia con problemas psicológicos, a la que acudió la que más tarde sería, durante unos minutos, su esposa Jillian. Ashton es un prestigioso doctor especializado en abusos sexuales pero, sobre todo, es el que acogió, primero como jardinero luego como hombre para todo y experimento personal, a Héctor Flores, el hombre que asesinó a Jillian. Pero ¿es una venganza contra el doctor?¿o tendrá algo que ver el pasado de Jillian?
No abras los ojos es un thriller que hace honor a su género, entretenido, sin complicaciones, de lectura rápida y ágil, y personajes principales más que correctos, pero que adolece de varias fallas para ser un buen libro de género negro; podemos decir que las “costuras” son demasiado evidentes y, a pesar de la acumulación de información y de los cambios de escenarios, algunos momentos son previsibles, no por que sepas que va a pasar (hay mucha información que desconoce el lector) sino porque ves las incoherencias, cuales son los puntos débiles del caso. De todas formas, si os gustó el primer libro, o simplemente os entretuvo, no podéis dejar pasar este segundo volumen de la trilogía.
John Verdon
No abras los ojos