A nadie se le escapa que con la aparición de las nuevas tecnologías el mundo de las críticas literarias en Internet ha ido cambiando a medida que una mayor parte de la población lectora ha ido incorporándose a las redes sociales. Quizá, antes que preguntarse si la crítica literaria es necesaria, habría que preguntarse qué busca un lector ante una crítica de esa índole.
La mayoría de la gente, hoy por hoy, busca la prescripción literaria. Quiere que alguien le diga si un libro es bueno o malo, si le gustará o no, si merece la pena perder unas cuantas horas, días o incluso meses, con una historia que puede elegir entre cientos de otras novedades. Esa prescripción venía antes desde medios tradicionales y escritos, con mayor o menor fortuna, en artículos que podían variar de extensión desde un párrafo a varias páginas. Dejando a un lado a aquellos que piden, necesitan, de análisis bien estructurados y complejos que soporten sus opiniones, nos encontramos que en el mundo digital es muy complicado lograr que un lector aguante más de cinco minutos leyendo el mismo texto sin que haga click en un enlace o pase directamente a la siguiente reseña del lote.
De ahí que haya muchas webs de crítica que apenas dejan caer unas cuantas líneas en su valoración, la valoración del crítico, su opinión personal, y se empieza a perder la crítica más elaborada. En Lecturalia, por ejemplo, dejamos más espacio a la reseña que a la opinión personal, ya que la crítica bien hecha necesita de un espacio que nosotros no podemos dar. De ese modo hay que preguntarse si la nueva crítica, rápida y muchas veces poco sostenible, tiene sentido frente a la propia opinión de los usuarios.
Habría que preguntarse, desde un punto de vista prescriptivo y no académico, si la tecnología de hoy en día es superior para acertar en cuanto a gustos personalizados que la propia identificación que puede conseguir un crítico con sus lectores. En ese campo, aunque más relacionado con la compra que con el gusto, Amazon siempre ha destacado, aunque es más probable que desde una red social, con opiniones más duras, se logre un equilibrio de recomendaciones más interesante. También existen proyectos directamente dedicados a la recomendación literaria, hablamos en su día del importante Proyecto Genoma, así que quizá no esté lejano el día en que cada mañana recibamos en nuestro correo el título que más nos puede interesar leer de entre todas las novedades.
¿Dónde queda entonces el crítico? Creo que, como viene siendo habitual, irán desapareciendo los críticos ocasionales o los que hoy en día persisten pese a estar por debajo de la media. Seguirán aquellos que o bien lo toman como una afición más o los que destaquen y consigan un buen número de seguidores, y que seguirán ocupando los lugares destacados en páginas dedicadas a la cultura. También, y sigue siendo mi opinión, todos tendrán que dar un salto hacia delante en cuanto a sus lecturas, arriesgando más con textos alejados de las grandes editoriales y con autores desconocidos que, en cualquier momento, podrían convertirse en auténticos best-sellers partiendo de un simple ebook.