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El lamento del escritor analógico

AutorAlfredo Álamo el 21 de diciembre de 2011 en Opinión

Queja del escritor

Desde luego, llueven los ejemplos de autores reconocidos que parecen algo perdidos al afrontar estos nuevos tiempos de redes sociales y cultura compartida. De grandes literatos a mediocres ensalzados, son numerosos los encontronazos, revueltas, malentendidos y salidas de tono en cuanto nos acercamos de puntillas al espinoso tema de los ebooks.

Los hay que reniegan de su esencia, ya que parece que la literatura se banaliza al mutar de papel a unos y ceros, y luego los hay que se asustan ante una bajada de sus ventas en papel y no tardan en acusar a la descargas fuera del mercado. Ni a la crisis, ni a un libro fallido, ni a que su editorial ya no gasta lo mismo en promoción que antes, no, eso, por lo visto, resulta impensable. Es mejor buscar un chivo expiatorio informe, anónimo, y que por lo tanto, no pueda defenderse. Si se hace todo en base a conjeturas y cavilaciones, mejor que mejor. Es más, puede que ponerse en el disparadero sirva para aquellos autores que se han acostumbrado a vivir de la polémica y conseguir esos minutos extra en radios y televisiones que se les había negado en los últimos tiempos.

Pero seamos serios, la pose gamberra tiene su gracia unas cuantas veces, pero lo que no puede hacer un provocador es quejarse de la respuesta que reciba. Es una lección dolorosa, pero el mundo de las redes sociales no es el de los diarios y revistas de antaño, donde unas declaraciones «audaces» sólo recogían el feedback de unos cuantos amigos y un par de críticos. Ahora hay que tener en cuenta que el diálogo es mucho más amplio, Internet es un altavoz prodigioso, pero el eco es tan poderoso que puede llegar a dejarte sordo.

En cuanto a las descargas digitales, hay que dejar las cosas claras. El parque de ereaders en España, aunque en continuo crecimiento, todavía es ridículo como para afectar de verdad a las ventas de un libro en papel. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, una descarga no es un libro leído, ni una venta no realizada. Teniendo en cuenta que en el mundo de las ebooks se descargan archivos con cientos de títulos a la vez, mucho hay que afinar para saber qué novelas pueden resultar afectadas en un futuro. Lo que está claro es que los usuarios de lectores electrónicos quieren usarlos, es de perogrullo, sería interesante para los autores cuyos libros circulan por la red que se preguntaran los motivos por los cuales sus editoriales no los ponen a la venta. ¿Acaso no quieren llegar a todos sus lectores? ¿Acaso no quieren ser leídos?

Es más, creo que ya es hora de que muchos autores dejen el apesebramiento del 10% y comiencen a explorar los nuevos caminos que se abren ante ellos en este momento. Es difícil para un escritor novato, pero los que mantienen una fiel comunidad de seguidores lo tienen mucho más fácil para dar un paso hacia delante y negociar nuevos contratos, dejar de lado a editoriales tradicionales e incluso, para los más valientes, liarse la manta a la cabeza y publicar en solitario.

Nadie ha dicho que sea sencillo, desde luego, nos enfrentamos a un cambio profundo en la industria cultural y va a suponer un reajuste doloroso para los autores ya establecidos y con pocas ganas de actualizarse. Espero que todos, desde los más grandes a los que viven de rentas antiguas, sean capaces de darse cuenta.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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