Ismael Martínez Biurrun es un nombre que probablemente no os suene demasiado, no es uno de los grandes autores consagrados de la literatura española contemporánea y tampoco pertenece a alguna de esas generaciones que parecen tener la vida de una mosca de la fruta. Sin embargo, tras ganar dos Premios Celsius por sus anteriores novelas, tenía a más de un lector, entre los que me encuentro, con muchas ganas de hincarle el diente a su siguiente novela, El escondite de Grisha.
La historia es, como siempre ocurre con Biurrun, una mezcla de realidad y ficción: Olmo, un bibliotecario de pasado un tanto misterioso, conoce a Grisha, un joven de diez años, problemático y con un extraño magnetismo. Poco a poco descubre que algo rodea al niño, un aura de irrealidad que le amenaza a través de los Liquidadores, unos sombríos personajes creados a partir de los soldados que dieron su vida para cerrar el reactor de Chernobyl. Porque Grisha es de Ucrania y su padre uno de esos liquidadores. ¿O no? ¿Qué es cierto y qué mentira en sus historias?
Biurrun consigue una vez más dotar a su historia de algo muy difícil, la verosimilitud de una historia improbable, rozando la ficción absoluta pero dejándola caer pesada como la realidad, guiándonos en un viaje a través de sus personajes cuyo resultado final muestra siempre una ambigüedad cómplice.
Sin duda son los personajes, Olmo y Grisha, los que llevan la historia sobre sus hombros. Los demás cumplen su papel como acompañantes, sombras, puede que en realidad ni existan y sean producto de la imaginación de Olmo, y ayudan a que las transiciones entre escenarios sean mucho más fluidas y menos áridas. Aquí es donde aprecio una mayor evolución de Biurrun como escritor desde Mujer abrazada a un cuervo, excelente novela, pero cuya protagonista se me atragantaba (reconozco, no obstante, que es una apreciación totalmente personal).
En resumen, El escondite de Grisha es un libro para aventureros de la literatura, ideal para enfrentarse a una manera de escribir poco practicada en español y que se agradece por su frescura y por su manera de ocultar una historia tan oscura en un envoltorio por momentos brillante. Desde aquí agradecer a Salto de página por arriesgarse con libros como este, todo un acierto.