Leer antes de dormir tiene múltiples ventajas. Ya hemos hablado aquí en Lecturalia en varias ocasiones sobre los beneficios que tiene la lectura en sí, y el cerebro, a nivel práctico, funciona como un músculo: cuanto más lo usas, más se desarrolla (y qué mejor forma de ejercitarlo que disfrutando de una buena lectura). Además, está más que demostrado que leer antes de dormir nos ayuda a relajarnos, a vaciar la mente de los problemas y preocupaciones diarias, lo que nos ayuda a conciliar el sueño. Más aun, yo diría que puede tener efectos beneficiosos en nuestro subconsciente, ayudándonos a experimentar sueños más elaborados e interesantes.
Pero más allá de los beneficios de la lectura como tal, y el añadido efecto de leer antes de dormir, algunos creen que puede tener un importante efecto comercial. El escritor canadiense Sean Cummings, que se define a sí mismo como autor de “fantasía urbana”, ha iniciado un proyecto llamado Save Publishing que parte de la siguiente idea: si todos leemos diez minutos al día (Sean propone hacerlo antes de dormir, por las razones que ya hemos enumerado y por tratarse de un rato que podemos permitirnos dentro de una vida frenética y una agenda apretada), consumiremos más libros y estaremos ayudando a la industria editorial. Esta idea cumpliría así tres objetivos fundamentales: elevar la venta de libros, salvando un sector en crisis; promover la lectura en general; y ofrecer a los lectores una disciplina positiva en sus hábitos de ocio, con todas las ventajas ya mencionadas. Cummings afirma que no es necesario que se lea antes de dormir, puede ser en cualquier momento del día, pero el momento de meterse en la cama es seguramente el más cómodo y tentador, sobre todo para personas que no tengan costumbre lectora. Tiene su lado promocional, ya que anima a los lectores a publicar en su red social favorita qué están leyendo, e informar sobre el progreso de su nuevo hábito. El punto de venta más importante de la idea es su propia página de Facebook.
Lo curioso de la propuesta de Cummings es que no se limita al formato tradicional de libro en papel. Afirma que podemos leer cualquier cosa, desde un ebook a una revista o un periódico. Lo importante es competir con otras formas de ocio, abandonar durante unos minutos el ordenador, el teléfono móvil o la televisión, para poder introducir la lectura dentro de nuestro día a día. Esto crearía más consumidores de literatura, lo cual, de una forma u otra, favorecería al comercio del libro.
Reconozco que, pese a las buenas intenciones de Cummings, el proyecto tiene una limitación significativa. Las personas que se interesarán por éste serán, seguramente, aquellas que ya sean lectoras y bibliófilas. Es decir, está predicando a los conversos, a los que ya consumen literatura. El éxito de una propuesta de este estilo radicaría en su capacidad de propagación. Si todos consiguiésemos, mediante nuestra red social tanto física como virtual, incitar a los no lectores, habríamos conseguido algo realmente espectacular. Para esto haría falta, cómo no, un trending tremendo, una completa revolución. ¿Es esto posible? Depende, en última instancia, de nosotros mismos. Si en vez de las opiniones turísticas de Bisbal pudiésemos poner una iniciativa así en la cima de Twitter, Facebook y el mundo blog, si pudiésemos convencer a periódicos y otros medios para promocionar causas como ésta en vez de indignarnos con el último comentario jocoso de cualquier articulista del País, es posible que la élite de la red 2.0 consiga, por una sola vez, alcanzar una meta desinteresada, noble y, ante todo, de beneficio real y recíproco.