China Miéville es uno de los escritores que han configurado la corriente más nueva y vanguardista dentro de la literatura fantástica que nos llega desde los Estados Unidos. El new weird, o nueva fantasía, intenta escapar de los rígidos corsés impuestos por los amantes de la ciencia ficción más tradicional o los seguidores incondicionales de vampiros románticos o dragones escupefuego.
El new weird es una mezcla, una amalgama que va más allá del simple pastiche o la influencia; además, en China Miéville, el resultado es barroco y grotesco, desafiante y, para qué negarlo, algo pedante.
En La estación de la calle Perdido, Miéville nos mete en el corazón de una ciudad construida a base de capas y más capas, como si de una cebolla se tratara vamos descubriendo el esquema de una compleja sociedad estructurada tanto en lo vertical como en lo horizontal, en clases sociales y en tecnología.
Nos enfrente ya no al sexo entre razas, nos lleva al sexo entre especies, incluso entre especies no demasiado humanas. Y lo hace de tal forma que incluso nos parece algo normal, dejando claro que las relaciones y los sentimientos de seres inteligentes no siempre discurren por donde la moral media dispone.
La trama, aunque compleja y bien elaborada, no nos llevará lejos de lo que pretende: aventuras recubiertas de una pátina filosófica y ganas de sorprender al lector, cambiando perspectivas y utilizando referentes históricos uno detrás de otro como una ametralladora. Ciencia que no es ciencia -al menos real, aunque el uso del método científico está presente en la narración-, llevándonos a un mundo entre la relojería, los gólems y la seudociencia. Un ejemplo claro de ficción que aprovecha el potencial visual de la época victoriana.
La estación de la calle Perdido no es fácil de leer, no gustará a todo el mundo y es posible que sus defectos iguales a sus virtudes, pero no deja de ser una obra original y llena de nuevas sensaciones, ideal para aquellos que piensan que ya nada puede sorprenderles en una novela.
China Miéville
La estación de la calle Perdido