Ya hemos hablado en Lecturalia largo y tendido sobre la autopublicación y la coedición, algo que muchas editoriales practican con mayor o menor fortuna. Hay que tener en cuenta que bajo el palio de este tipo de edición puedes encontrar del que hace una tirada de poemas como regalo hasta el autor novel que no quiere pasar por el tedio del peregrinaje editorial, pasando por un amplio espectro de motivos variados.
Hoy, sin embargo, me gustaría hablar de la autoedición pensada para el autor semiprofesional o incluso con un nombre ya labrado. La aparición de nuevas tecnologías y desarrollo de mecanismos de promoción como son las redes sociales actuales, abre una ventana a los escritores que, liándose la manta a la cabeza, decidan lanzarse al ruedo, todavía en pañales, de la autoedición personal.
Lo primero que habría que recomendar en primera instancia es huir de servicios todo en uno por muy grandes que sean. Primero, por ser genéricos: si buscas un buen producto vas a tener que trabajarlo personalmente. Subir un PDF al sitio web y olvidarte es muy cómodo, pero de esa manera no te vas a diferenciar del resto de autores, y en este mundo digital donde los escritores proliferan como setas, la diferencia lo es todo.
Así que antes de pensar en dónde lo vas a colgar para ganar unos cuantos céntimos por obra digital y algún euro por la de papel, lo mejor sería que aprendas unos sencillos fundamentos sobre maquetación. Es un mundo nuevo, pero creo que si estás interesado en ser un autor independiente del siglo XXI es necesario que aprendas de viudas, versalitas, QuakXpresses, Indesignes o Sribus varios. Si se te da especialmente bien puedes pasarte al LaTeX, pero prepárate para pasar bastantes horas delante del ordenador. Sí, más de las habituales.
No tengas tampoco reparos en contratar a un profesional. La autoedición no es el paradigma del «hágalo-usted-mismo», pero tampoco hay que volverse loco. Hay excelentes profesionales autónomos que pueden arreglar tu texto. Claro que, si vamos a lo barato, lo mejor es perder unas cuantas horas uno mismo.
La corrección. Esto es un asunto delicado y espinoso para muchos escritores que no quieren cambiar una coma de sitio. Pero seamos serios: las comas deben quitarse, los adverbios limpiarse, los verbos concordar y los adjetivos existir. En este apartado es aconsejable también acudir a algún profesional para que le pegue un buen repaso. Eso o, como en el caso de la maquetación, quemarse los ojos en la pantalla. Todo depende de nuestro nivel de exigencia.
Hasta ahora podemos haber trabajado como auténticos gurús del trabajo casero o bien externalizando, como haría una editorial. En cualquiera de los casos acabaremos con un libro preparado para ser distribuido, tanto digital como en formato físico. Aquí estriba la gran diferencia con las editoriales: ¿necesitas una gran tirada y aparecer de repente en todas partes? Si ya has ido publicando aquí y allí, lo mejor es que uses tus contactos para asegurarte una primera tirada de tamaño reducido. Luego, si la cosa funciona, puedes ir de librería en librería o bien preparar una Print-on-Demand para que el libro sea accesible desde cualquier parte. Como ya habréis imaginado, todo esto también se realiza agotando la gran variable del escritor: el tiempo.
¿Dónde vender el libro digital? A la espera de cómo lo haga Google, lo mejor es buscar el mejor trato posible, como sería Amazon y su 70-30, o cualquier librería on-line abierta y con algo de criterio. Luego, para que negarlo, te va a tocar la promoción. Vas a ser la pesadilla del Facebook y del Twitter, de la librería de tu barrio y de las Ferias del libro que se celebren cerca de tu ciudad.
Diréis que es mucho trabajo, que no vale la pena o que el mundo editorial ya os ofrece un paraguas bajo el que resguardaros. Es posible, pero el caso es que hay ejemplos que empiezan a surgir. El que me gusta señalar normalmente es el de Rodolfo Martínez, autor de ciencia-ficción con varios libros publicados, que hace un año decidió iniciar su aventura a través de Sportula. Os aconsejo que sigáis la pista de cómo le funciona, pues es uno de los pioneros en todo lo que os he contado.
Rodolfo Martínez