Todo lo que sé sobre novela negra es el último libro de P.D. James quien, a sus noventa años y con más de cincuenta como escritora a sus espaldas, puede presumir de ser una de las grandes Damas de crimen, etiqueta tras la que siempre me he imaginado a una señora canosa haciendo galletas de jengibre mientras planea como matar al vecino. Tras más de veinte libros escritos ha decidido compartir con sus lectores algunas de sus técnicas, al tiempo que repasa la historia de la novela negra más clásica centrándose en las figuras claves de la Edad Dorada, Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, Margery Allingham y Ngaio Marsh.
Aunque el libro comienza haciéndose una pregunta, de qué hablamos cuando hablamos de una historia de detectives, P.D. James identifica algunos elementos necesarios: un crimen, generalmente un asesinato, un círculo cerrado de sospechosos, todos ellos con sus motivos y los conocidos medios y oportunidad, un detective, profesional o no, y una conclusión resolutiva al final de libro que encaje lógicamente con los rompecabezas que el lector ha ido encontrando a lo largo del libro. Con este cóctel se han hecho la mayor parte de las novelas de género que se han escrito.
P.D. James también nos cuenta como se enfrentó en los años cincuenta con la posibilidad de escribir su primera novela y cómo la novela policíaca, la que leía por entretenimiento, le parecía la más adecuada para aprender como escritora. Creía que en estas historias el escritor tenía que resolver algunos aspectos técnicos importantes y necesarios para llegar a ser un buen novelista, y que debía crear una historia realista, con una trama verosímil y emocionante y unos personajes creíbles.
A la hora de crear esos personajes creíbles y siguiendo los elementos claves, había que definir al detective, a la víctima y a los sospechosos, aunque asegura que los personajes cuando toman todos sus matices es en el momento de la escritura. Es interesante lo que comenta sobre la creación del detective Adam Dalgliesh, su principal personaje. En primer lugar, no tuvo dudas en cuanto a que debía ser un hombre, ya que en ese momento no había mujeres detectives. Por otra parte, decidió que era más realista si se trataba de un detective profesional y no un amateur y que su carácter no debía de ser excéntrico si no un tipo bastante normal (aunque fuera poeta). Respecto a su vida personal no dudó en matar bien pronto a su mujer y a su hijo para evitar tener que contar cosas que no le interesaban; fíese usted de las damas del crimen.
Es, sin duda, un libro interesante para acercarse al mundo de la novela enigma y que puede complementar el clásico Suspense de Patricia Highsmith, dos autoras totalmente diferentes en sus planteamientos, en sus personajes y en su forma de enfrentarse a la hoja en blanco, pero las dos grandes perpetradoras de asesinatos y asesinos.