El National Book Award es seguramente el segundo premio literario más importante en Estados Unidos después del prestigioso premio Pulitzer. Se entrega anualmente desde el año 1950, y los ganadores reciben una estatuilla de bronce y 10000 dólares, aunque la recompensa económica siempre acaba siendo mayor, ya que la recepción del premio suele resultar en infladas ventas para el libro galardonado. Si bien los ganadores suelen ser escritores poco conocidos o comercialmente casi ignorados, sí que ha habido algunos autores cuyos nombres nos suenan sobradamente: entre ellos está Philip Roth (por El teatro de Sabbath en 1995) o Ralph Ellison (por El hombre invisible, en 1953).
Este año la categoría de “no ficción” ha tenido una ganadora totalmente inesperada: la rockera veterana Patti Smith, con su obra Éramos unos niños, libro de carácter autobiográfico que se centra en la amistad que compartía con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, desde que se conocieron, en el mes de julio de 1967, hasta que Robert falleció, en 1989. Aunque la obra se centra en su relación con el fotógrafo, también se narran encuentros con grandes personalidades de la época: desde Andy Warhol al poeta Allan Ginsberg. Aunque Patti sea conocida sobre todo por su carrera musical, la literatura ha tenido siempre una gran influencia en todo su trabajo, y sus letras son consideradas por muchos como verdadera poesía, como es el caso de otros grandes de la música como Bob Dylan o Tom Waits.
Al aceptar el premio, Smith recordó sus años de ambición literaria, particularmente el tiempo que pasó trabajando en la librería Scribner’s de la Quinta Avenida de Nueva York. Ella soñaba con tener un libro propio, uno que hubiera escrito ella, que pudiera poner en las estanterías de esa librería. Dijo que cuando abría las cajas que contenían las copias del libro ganador del National Book Award, se preguntaba cómo sería ganarlo. Ahora, con 63 años y con su primer libro, por fin sabe lo que se siente.
Smith no fue la única gran sorpresa de la noche. La escritora Jaimy Gordon obtuvo el premio en la categoría de ficción por su obra Lord of Misrule, una novela sobre el mundo del caballo centrada en la figura del dueño de un establo que se acerca a la bancarrota. La propia Gordon fue la más sorprendida, lleva publicando libros a través de pequeñas editoriales casi desconocidas desde hace años, y reconoció no haber preparado discurso de aceptación por la sencilla razón de que, aunque sabía que estaba nominada, no pensó que ganaría. Los demás premios fueron para Terrance Hayes, en la categoría de poesía, por Lighthead; para Kathryn Erskine, en la categoría de literatura infantil y juvenil por Mockingbird, protagonizado por una niña de once años con síndrome de Asperger que intenta superar la muerte de su hermano; y el escritor Tom Wolfe se llevó una medalla honorífica por su contribución al mundo de la literatura estadounidense.
Éramos unos niños