Como ya sabréis, hoy se cumplen 200 años del nacimiento del padre de la biología moderna, Charles Darwin. Su teoría de la evolución sacudió los pilares de la sociedad de mediados del siglo XIX que no quería aceptar que la ciencia pudiera explicar el origen y desarrollo de la vida sin la intervención de ningún dios creador. Por aquel entonces, como ahora en algunos estados de los EE.UU. y algunos grupúsculos arcaizantes, el mundo se creó tal y como lo decía la Biblia; la propuesta de Darwin no sólo atacaba esta idea sino que también ponía en duda el papel central del hombre en la creación (ahora evolución): no es lo mismo ser creado a imagen y semejanza de un dios que descender (perdón por la simplificación) del mono. Aunque aun hoy hemos de escuchar diatribas creacionistas, ahora llamado diseño inteligente en un brindis al marketing, la teoría de la evolución es aceptada por la comunidad científica y por el mismo Vaticano y, lo que es más importante, interiorizada como de sentido común por el ciudadano medio.
Darwin escribió varios libros recogiendo su trabajo como naturalista, siendo sin duda el más importante, El origen de las especies, donde basa la evolución en la selección natural (el título original es, justamente, On the Origin of Species byMeans of Natural Selection ). A parte de sus obras científicas, su Autobiografía, escrita pensando que sus lectores fueran sus hijos, pero que llegan a nosotros ofreciéndonos su punto de vista sobre la vida, sus estudios,… y sobre el berenjenal en que se encontró. Además de su relato hay multitud de biografías sobre Darwin, como La historia de El origen de las especies de Charles Darwin de Janet Browne, así como textos que revisitan y critican la teoría de la evolución (que, como cualquier teoría científica, acepta la crítica y la mejora) o nos ofrecen diferentes puntos de vista sobre su influencia, como Darwin y el diseño inteligente. Creacionismo, cristianismo y evolución de Francisco Ayala o Charles Darwin de Michael Ruse.
Así que no seáis monos, y a leer.