Maj Sjöwall y Per Wahlöö, además de tener unos nombres imposibles, son presentados por muchos como los revolucionarios de la novela negra nórdica ampliando su influencia por toda Europa. Este matrimonio escribió a la limón diez novelas, desde 1965 a 1975, con el subinspector Martin Beck como protagonista, creando un personaje muy humano, que puede recordar al Wallander de Mankell, y que, a pesar de ser muy bueno en su trabajo, no deja de ser una persona normal, con sus problemas y sus neurosis. Sjöwall y Wahlöö querían hacer una crítica social que fuese a la vez atrayente y, sin duda, el género negro fue la mejor vía para conseguirlo.
Roseanna es el primer libro de la serie de diez y ya en él plantean las que serían las claves del resto de la obra, considerada por algunos como una de las mejores series policíacas de la historia. Beck es un investigador de la policía de Estocolmo, paciente y concienzudo, y, en el plano personal, aburrido casi desde el primer día de un matrimonio que dura más de diez años, y que es reclamado por la policía de Motala para colaborar en la resolución de un asesinato. El cuerpo de una joven ha aparecido en el lago de Vattern. Nadie sabe quién es ni como ha llegado allí, tan solo que ha sido salvajemente violada y estrangulada. La investigación va dando sus frutos y poco a poco van apareciendo pistas (aunque todos ya sabéis el nombre de la chica) que acaban llevando a callejones sin salida, mientras el tiempo pasa y parece que sólo el instinto de Ahlberg, el policía encargado del caso en Motala, y la tozudez de Beck mantienen el caso.
Es uno de esos libros que se leen de un tirón y que no puedes dejar hasta que termina. La edición que he tenido en mis manos es la de RBA que cuenta con un prólogo más que recomendable de Henning Mankell.
Roseanna