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5 escritores famosos que padecieron depresión

AutorYolanda Galiana el 11 de enero de 2023 en Divulgación
  • La depresión es un trastorno mental muy incapacitante que impide a las personas que la sufren vivir su vida con normalidad.
  • Multitud de escritores han padecido esta dolencia, entre ellos León Tolstói, Sylvia Plath, Franz Kafka, Anne Sexton y Ernest Hemingway.

Fotografía en blanco y negro de una mayo apoyada en un cristal mojado por la lluvia

La depresión es un trastorno mental que han sufrido muchos escritores a lo largo de la historia. La alta frecuencia con la que la escritura se ha vinculado a síntomas depresivos ha suscitado gran interés, dando pie a ensayos como El peligro de estar cuerda, donde Rosa Montero trata este tema y profundiza en la relación entre la creatividad y la inestabilidad psíquica.

Cuando hablamos de escritores y depresión es inevitable que nos vengan a la mente aquellos que se quitaron la vida a causa de ella. Otros tantos la padecieron y, aunque no llegaron a tomar medidas tan drásticas como el suicidio, también se enfrentaron a las consecuencias de esta condición que supone tantas trabas en el día a día. A continuación definimos esta enfermedad mental y recordamos a 5 autores que presentaron cuadros depresivos.

¿Qué es la depresión?

El término “depresión” se utiliza errónea e indiscriminadamente en el lenguaje coloquial y, por ello, creemos necesario realizar una conceptualización más técnica que nos permita hacernos una idea clara de lo que sintieron, callaron y sufrieron los escritores que mencionaremos más adelante.

Entre los criterios diagnósticos de la depresión según el DSM-5 —el manual de referencia de los psicólogos— se cuenta el experimentar un estado de ánimo deprimido la mayor parte del día y casi todos los días. A este se suma el de la disminución del interés o el placer por realizar actividades, el aumento o pérdida de peso, insomnio, fatiga, sensación de agitación, sentimiento de inutilidad o culpabilidad y el deterioro de la capacidad para pensar, concentrarse o tomar decisiones. Para cumplir con el diagnóstico estos síntomas deben causar malestar significativo y afectar a áreas importantes como la social o la laboral.

Una vez aclarado este concepto no está de más incidir en el hecho de que estar triste un día no es comparable a estar deprimido y, por tanto, ambas situaciones no deberían ponerse al mismo nivel. Además de las consecuencias propias de este cuadro clínico, la desinformación frente a la depresión también es muy dañina. Si a día de hoy aún cuesta hacer entender todo lo que implica, debió ser especialmente complicado sufrirla en épocas en las que ni siquiera se hablaba de salud mental. Mérito tiene también el hecho de que, siendo una condición tan incapacitante, los autores pudieran sentarse frente a una hoja en blanco y escribir obras que han llegado a considerarse clásicos.

Escritores que padecieron depresión

De León Tolstói se ha hablado larga y extensamente, ya que es uno de los autores más importantes de la literatura tanto rusa como universal. Se estudian sus obras, entre las que se cuentan títulos imprescindibles como Ana Karenina, Guerra y paz o La muerte de Ivan Ilich. También suele profundizarse en su vida y, sin embargo, no es tan sabido que ya pasados los 50 años desarrolló una depresión fruto del desasosiego que le producía no estar viviendo acorde a su forma de entender el mundo. Este sentimiento, que casi lo aboca al suicidio, lo plasmó en su obra Confesión, donde intenta dar respuesta a las preguntas que le provocaron tan dura crisis existencial.

La creadora de La campana de cristal, Sylvia Plath, es uno de los nombres que más resuenan cuando hablamos de depresión en el ámbito literario. La muerte de su padre, con tan solo 9 años, la dañó mucho emocionalmente, pero sería más adelante, en su época universitaria en el Smith College a principios de los 50, cuando empezó a presentar rasgos depresivos. En agosto de 1953 tuvo su primera tentativa de suicidio, a la que seguirían otras tantas. Ante esta situación su madre la ingresó en una clínica psiquiátrica, donde recibió terapia de electrochoque. Tras su recuperación, se graduó y se trasladó a estudiar a Cambridge; allí conocería a Ted Hughes, su futuro marido, con quien tendría hijos y con quien mantendría una relación cuando menos tormentosa. Su inestabilidad emocional, sumada a otros factores como su complicado matrimonio, la llevaron a quitarse la vida el 11 de febrero de 1963.

Franz Kafka, el genio de cuya pluma brotaron grandes obras como La metamorfosis o El proceso, también sufrió depresión, además de experimentar ansiedad social que derivó en otros síntomas como migrañas e insomnio. El autor era tímido y solitario y el trato con su familia fue muy difícil. La relación con su padre fue tensa, y esto quedó reflejado en algunos de sus escritos. A sus hermanos, por otro lado, llegó a desearles la muerte a consecuencia de sus celos malsanos; cuando dos de ellos murieron de forma natural, él se vio atormentado por la culpa. Asimismo, se sentía inseguro acerca de su talento artístico, complejo que le empujó a pedir que sus escritos se destruyeran al fallecer (por suerte, su amigo Max Brod no atendió su súplica y publicó sus documentos). En los últimos años de su vida, contrajo tuberculosis y su salud se debilitó, por lo que se retiró a una casa de campo donde continuó escribiendo. Falleció en Kierling (Austria) el 3 de junio de 1924.

En el caso de la poeta estadounidense Anne Sexton sus síntomas depresivos aparecieron tras el nacimiento de su primera hija. En 1954 se la diagnóstico con depresión posparto y tras un colapso nervioso fue ingresada en un hospital. Un año después, al dar a luz a su segunda hija, sufrió otra crisis y quedó hospitalizada de nuevo. Debido a sus problemas de salud las pequeñas tuvieron que irse a vivir con sus abuelos. El 9 de noviembre de 1955, el día de su cumpleaños, Sexton intentó, sin éxito, suicidarse. Fue su médico quien la animó a escribir y en 1957 se unió a un taller de poesía. A pesar de conseguir reconocimiento con sus obras, este éxito no fue suficiente para calmar su dolor y el 4 de octubre de 1974 se quitó la vida.

En cuanto a Ernest Hemingway, también este reputado autor, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1954, padeció depresión, trastorno que ya se había presentado en algunos de sus familiares a lo largo de todo su árbol genealógico. Junto al cuadro depresivo sufrió otros problemas de salud mental como la psicosis. Con el fin de paliar su malestar, el escritor terminó refugiándose en el alcohol. El 2 de julio de 1961 se suicidó de un disparo. Sin embargo, en aquel momento se consideró un accidente, alentada esta creencia por la declaración que la policía tomó de Mary Welsh Hemingway. Con el paso del tiempo se acabó asimilando su muerte como suicidio, aunque a día de hoy aún hay muchas incógnitas alrededor de las causas que lo llevaron a cometerlo.

A esta lista pueden añadirse otros nombres como Mark Twain y Hermann Hesse, así como Emily Dickinson o Virginia Woolf, aunque en el caso de estas dos últimas la depresión la sufrían a consecuencia de un trastorno bipolar, que consta de una fase maníaca y otra depresiva.

Cabe añadir, como última reflexión, la importancia de hablar sobre salud mental e informarse sobre la depresión y sus múltiples efectos, así como acompañar y apoyar a quien la padece desde la comprensión y el respeto. Justo eso es lo que hubieran necesitado entonces los escritores mencionados, que tuvieron que hacer frente a una condición que no solo les ponía trabas en su día a día, sino que también era un impedimento para desarrollar su mayor pasión y talento: la escritura.

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Lectora empedernida desde que tiene uso de razón. Disfruta perdiéndose entre las hojas de cualquier buena historia que caiga en sus manos y compartiendo las reseñas de sus lecturas en su propio blog literario, donde da rienda suelta a sus opiniones.

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