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8 cosas que los lectores odiamos

AutorYolanda Galiana el 27 de octubre de 2021 en Divulgación
  • Los lectores no podemos evitarlo: somos maniáticos por naturaleza.
  • Nos encanta la lectura, pero hay ciertos aspectos del mundo literario que nos sacan de nuestras casillas.

Una chica que lee sobre una pila de libros

No podemos ocultarlo durante más tiempo: a los lectores no hay quién nos gane a maniáticos. Ya os hablamos de las 10 manías de las que casi ningún lector podía escapar y ahora es momento de sacar a relucir más peculiaridades que nos definen y esto es… Nuestro modo hater. ¿Quién no disfruta de echar pestes sobre ese libro que le ha hecho perder el tiempo, esa portada que le resulta espantosa o el cambio de edición en medio de la publicación de una saga? Nos encanta hablar de lo que nos gusta pero cuando lo odiamos… Nos gusta hablar más.

No estás solo y esas “pequeñeces” que te hacen enfurecer como lector, es muy probable que nos molesten al resto también. ¿Lo comprobamos? A continuación hacemos un repaso de lo que más solemos odiar quienes amamos la literatura. Estamos seguros que, si no todas, cumples algunas de ellas y te enrabietas como un niño pequeño cuando te suceden.

Una saga que, en la misma edición, tiene formatos diferentes. Como a cada comienzo de una serie, la empiezas con ilusión y, conforme van sacando más entregas, vas añadiéndolas poco a poco a tu colección. Qué bonitos quedan todos los libros, uno detrás de otro, en la estantería, ¿verdad? Ah, pero no cantes victoria aún. Cuando menos te lo esperas, a alguien durante el proceso editorial se le ocurre la brillante idea de cambiar el formato de los libros: el estilo de las portadas es diferente, el tamaño de los volúmenes aumenta o disminuye, de tapa dura pasa a tapa blanda… Frente a esta decisión el lector no puede más que mirar su colección y maldecir el momento en que decidieron darle una vuelta a la estética de la saga, rompiendo así la armonía que forman todos los libros de su estantería.

Los libros que, perteneciendo a una serie, no tienen el número en el lomo. Nos han recomendado una saga y nos ha picado la curiosidad, así que nos dirigimos a nuestra librería favorita para hacernos con el primer ejemplar. Todo es felicidad hasta que nos encontramos con una ristra de libros de la saga… ¡y ninguno tiene indicado el número de la serie que es! ¿Se supone que tenemos que adivinarlo? ¿Escoger uno al azar y rezar para que sea el que estábamos buscando? No cuesta nada, desde luego, añadir este pequeño detalle al lomo del libro. A los lectores nos ahorrarían más de un dolor de cabeza y, sobre todo, tiempo, el que tenemos que malgastar buscando por Internet el orden de los libros de dicha serie.

Cambiar la portada de un libro por el póster de la película o la serie. Aquí seguramente haya discrepancias entre unos lectores y otros: a algunos les dará igual, mientras que otros lo odiarán a rabiar. Cuando la adaptación de un libro coge fuerza, es muy común que las editoriales aprovechen el tirón y cambien la portada antigua por una nueva con el póster de la serie o de la película. No nos preguntes por qué, pero esto nos enfurece a más no poder. Por suerte, cada vez se utiliza más una sobrecubierta con el póster que se puede quitar, revelando finalmente la portada original. Así todos contentos.

Las fajas. Sí, ese molesto trozo de plástico en el que alguien relevante nos recomienda el libro, es un añadido que a algunos lectores nos puede parecer innecesario. A nivel comercial tiene su utilidad, por supuesto, pero en lo práctico dificulta muchísimo la lectura. Lo quitas y luego… ¿Qué? ¿Dónde lo colocas? Si estás en casa lo puedes dejar en cualquier lugar y no pasa nada, pero si te llevas el libro de un sitio a otro tener que estar constantemente poniéndolo y quitándolo es agotador. Por ello, en la mayoría de los casos, la faja termina en la basura. No hacemos un llamamiento a que las retiren porque claro, que te lo recomiende Obama quieras o no, llama la atención del cliente y comercialmente es un puntazo, pero como hemos venido a quejarnos, aquí estamos quedándonos bien a gusto.

Dejar un libro y que no te lo devuelvan. Aquí vamos a estar todos de acuerdo, pues esto está, en la lista de cosas que odiamos los lectores, en los primeros puestos. Prestar un libro es un acto de muy buena fe por parte de un apasionado de la lectura —hay algunos que se niegan a hacerlo, y con razón—, y como tal, quien deja una obra espera que le sea devuelta una vez leída. Ja, ¡más quisiera! Pocas veces sucede así y pierdes la pista del libro para siempre, ya sea porque a quien se lo dejas ha olvidado quién se lo dejó (consejo: escribe tu nombre en la primera página o utiliza un exlibris para señalar que es de tu propiedad) o, directamente, porque lo dejó en la estantería y allí se va a quedar acumulando polvo. También está la situación de dar un libro impoluto y que te lo devuelvan a trozos o en malas condiciones. ¡Qué poca vergüenza!

Volvernos fanáticos de un libro y que nadie más se lo haya leído. Terminar una historia que te ha encantado y no tener a nadie con quien comentarla es una completa tortura. Cierras el libro y piensas: ¡es una obra maestra, todo el mundo debería leerlo! A partir de ese momento te pasas la vida recomendando a toda persona que se te cruce ese libro que tú ya consideras de cabecera. La mayoría de las veces, tu recomendación les entrará por un oído y les saldrá por otro, dejándote a ti solo pensando en lo que se está perdiendo el mundo por no darle una oportunidad. Como lector, que se infravalore una obra que a ti te ha marcado, es una situación horrorosa y más cuando hay tantos libros que, a tu parecer, no merecen tanto éxito, pero que están en boca de toda la comunidad literaria.

Que te hagan spoilers de una historia que no has leído pero planeas leerte. Los spoilers son el mal. Lo son en el mundo del cine, de las series y también en el de los libros. Acaba de salir la última entrega de una saga que llevas leyendo desde que se lanzó, y tienes que ir de puntillas por las redes sociales para no encontrarte con ningún comentario que te destripe la historia. Porque sí, hay personas que tienen una facilidad apabullante para soltar spoilers y quedarse tan anchos. Y mientras tanto, quien se lo traga, tiene que aguantarse las ganas de soltar una larga lista de improperios contra esa persona. ¡Qué duro es ser lector!

Que nos hablen mientras estamos leyendo. Por fin ha terminado tu jornada y has podido sentarte un rato a leer ese libro en el que llevas pensando todo el día. Te recuestas en el sofá, pones los pies en alto y te dispones a sumergirte en la lectura hasta nuevo aviso. Pero esa felicidad dura poco porque alguien se te aparece por el rabillo del ojo dispuesto a interrumpir tu momento de paz. Refunfuñas, le dices lo que le tienes que decir, y sigues leyendo. Los lectores odiamos esta situación con todas nuestras fuerzas, y la odiamos todavía más cuando la interrupción ocurre en un momento álgido de la historia o cuando nos quedan pocas páginas para terminar. Ojalá poder aislarnos del mundo completamente cuando leemos…

Y hasta aquí podemos leer, aunque nos dejamos en el tintero muchas más situaciones. Es interminable la lista de cosas que nos pueden llegar a molestar como lectores. Y a ti, ¿cuáles se te ocurren?

Yolanda Galiana

Lectora empedernida desde que tiene uso de razón. Disfruta perdiéndose entre las hojas de cualquier buena historia que caiga en sus manos y compartiendo las reseñas de sus lecturas en su propio blog literario, donde da rienda suelta a sus opiniones.

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