- El síndrome del impostor puede sufrirse en todos los ámbitos profesionales.
- Cuando lo padece un escritor, este no se siente válido ni se cree merecedor de ser considerado como tal.
¿Eres escritor? Ante esta pregunta de tan fácil respuesta -sí o no- muchos autores se sienten incapaces de responder de forma tajante, decantándose por evasivas del tipo “ya me gustaría a mí”, “escribo para pasar el rato”, “bueno, tengo un par de libros publicados…”. Detrás de esta dificultad de los escritores para reconocerse como tal se encuentra el síndrome del impostor.
¿Qué es?
El síndrome del impostor es un trastorno psicológico que lleva a una persona a pensar de sí misma que es un fraude, por lo que siente un temor constante a ser descubierta y puesta en evidencia por terceras personas. Sus éxitos, por muchos que sean, no son percibidos como un mérito propio derivado de su esfuerzo, su trabajo y su capacidad, sino más bien como fruto de la suerte. Debido a ello, cada logro que consigue lo atribuye a factores externos, desmereciendo así su valía y entrando en un bucle de autosabotaje que puede repercutir negativamente en su carrera o incluso causar lo que tanto teme: el fracaso.
A pesar de que este síndrome se puede dar en todos los ámbitos profesionales, el que a nosotros nos ocupa es el que afecta a los escritores. En este gremio se manifiesta principalmente en la ya mencionada incapacidad para declararse escritores, ya sea frente a otras personas o frente a uno mismo.
¿Por qué ocurre?
Una de las principales razones que llevan a un escritor a sentir que no lo es del todo es que no hay ninguna formación reglada que te habilite para serlo. A falta de un título que te acredite como tal, considerarse escritor queda sujeto al propio juicio -no al del resto, al propio-. Es justo ahí donde radica el problema, puesto que entran en juego las inseguridades, el complejo de inferioridad, la comparación con otros escritores…
También genera confusión que no hay un tiempo de experiencia mínimo para que alguien pueda llamarse a sí mismo escritor. ¿Es necesario escribir desde la infancia o tener una trayectoria literaria extensa para atribuirse esta profesión? ¿O, por el contrario, se es escritor desde el momento en que alguien se pone a escribir? En cuanto a la publicación de los libros, ¿es indispensable que la obra de un autor vea la luz para que este pueda considerarse como tal? ¿Solo cuentan para ello los libros publicados por editoriales tradicionales o también se tiene en cuenta la autoedición? Todas estas cuestiones sin respuesta junto a la inseguridad del propio escritor le llevan a un angustioso sentimiento de insuficiencia; no importa lo que haga, los objetivos que alcance ni los logros que cumpla, nada de eso basta para sentirse competente.
Aunque pueda parecer que el origen del síndrome del impostor es externo, son los conflictos internos el problema principal que lo causa. No es tanto lo que piensen otros de ti, sino la forma en la que te ves a ti mismo, lo que provoca este trastorno. Teniendo en consideración que es la propia mente la que actúa como barrera, es necesario aplicar una serie de estrategias que permitan al escritor gestionar los pensamientos negativos que le alejan de la consecución de sus objetivos.
¿Cómo afrontarlo?
Pregúntate qué es para ti ser escritor. Como ya hemos podido observar, la ausencia de una definición clara de esta profesión es una de las incertidumbres sobre las que se asienta el síndrome del impostor. Por esto mismo es de vital importancia que te cuestiones qué hace a alguien merecedor de tal título. ¿Es la cantidad de obras escritas? ¿Es el número de libros que se consiguen publicar? ¿Es el impacto que se ha generado en el público? ¿Los premios que ha conseguido recabar?
Gestiona tus expectativas. Una vez tengas presente a lo que aspiras, es necesario que te marques unos objetivos realistas. Si para ti un escritor es aquel que ha escrito a lo largo de su trayectoria una ingente cantidad de obras, tu foco principal deberá ser organizar tu tiempo en torno a la escritura, sacándole el mayor partido a las horas. Si por el contrario consideras escritor a quien ha publicado muchos libros, tu atención recaerá, además de sobre la calidad de tus textos, sobre el mundo editorial: deberás aprender a identificar qué tipo de libros busca cada sello y, manejando esa información, enviar tus manuscritos a quien corresponda. En resumen, no empieces la casa por el tejado y trabaja paso a paso para acercarte lo máximo posible a tu “ideal” de escritor.
Encuentra el origen de tus miedos. Otra estrategia fundamental para dar carpetazo al síndrome del impostor es indagar en las propias inseguridades. ¿Qué es lo que te causa esa fatídica sensación de ser un fraude? Una vez te hagas esta pregunta hay que analizar si este miedo es fundado o infundado. En caso de que tenga una base real, el siguiente paso será encontrarle remedio. Un ejemplo de ello sería que creas que la narrativa de tu manuscrito no está lo suficientemente pulida. ¿Cómo se podría solucionar esto? Acudiendo a cursos y talleres de escritura creativa para perfeccionar tu técnica. ¿Y si sientes que tu texto necesita revisión? Puedes buscar lectores cero o, si puedes acceder a ellos, contratar servicios profesionales de edición. La clave está en no dejar que los miedos te paralicen: detecta el problema y actúa para solucionarlo.
Sé consciente de tus logros y celébralos. El síndrome del impostor te va a hacer cuestionarte constantemente tus capacidades y competencia. Para evitar caer en el autosabotaje y el desánimo, haz una lista de tus fortalezas y también de tus éxitos, por pequeños que creas que sean. Si te ves incapaz de apuntar nada puedes pedirle a otra persona que te eche una mano, seguro que ve en ti virtudes que tú habías pasado por alto. Cada vez que te asalten las dudas, echa un ojo a la lista y recuérdate que no eres un fraude ni un farsante, que eres válido como escritor y mereces considerarte como tal.