- La experiencia de la lectura puede volverse mucho más enriquecedora si se comparte.
- Los clubs de lectura y las lecturas conjuntas son el punto de encuentro entre lectores que quieren ir un paso más allá de su propia interpretación del libro.
La lectura es un momento íntimo entre libro y lector. Sin embargo, esta experiencia que en un principio es solitaria, puede transformarse en una compartida, magnificando de esta forma el aprendizaje y entretenimiento que sacamos de ella. Decía Edmund Wilson que no hay dos personas que lean el mismo libro, y justo de este hecho podemos enriquecernos como lectores, generando iniciativas que favorezcan el encuentro entre apasionados de la literatura para hablar y debatir sobre aquello que se lee.
Son los clubs de lectura lo primero que nos viene a la mente al hablar de compartir la experiencia literaria, pero en la era de Internet y las redes sociales, estos han evolucionado y han dado lugar a otras iniciativas como las lecturas conjuntas. Ambos están conformados por un grupo de lectores que han decidido coordinarse para hablar sobre libros; aun siendo común su propósito, son muchas las diferencias entre una actividad y otra.
El punto principal en el que difieren es el de la duración. Los clubs de lectura tienen una naturaleza más estable en el tiempo, favoreciendo así que los participantes lleguen a conocerse e incluso a establecer vínculos más allá de su pasión común por la lectura. Por otro lado, las lecturas conjuntas se organizan alrededor de un libro en concreto y, cuando esta experiencia termina, el grupo de lectores que se ha formado en torno a ella se disuelve.
Otra diferencia a destacar es el formato en el que se llevan a cabo. Mientras los clubs de lectura se hacen de manera presencial (aunque muchos se han adaptado a la era tecnológica y también pueden desarrollarse en este ámbito), la forma de comunicación de las lecturas conjuntas es exclusivamente online a través de redes como Twitter, Instagram o Facebook.
El aspecto anterior afecta, como es lógico, al modo de debate que se establece en ambas iniciativas. En los clubs de lectura, donde los lectores están cara a cara, se genera un flujo de conversación: los participantes pueden hacer intervenciones y responder a las de sus compañeros, siendo esta experiencia muy provechosa tanto a nivel literario como personal. No es este el caso de las lecturas conjuntas, cuya manera de comentar las lecturas es a través de hashtags en las redes sociales (#LecturaConjunta junto al título del libro, o variantes de esta expresión) o dejando comentarios en grupos de Facebook, por ejemplo. Aunque los participantes sí pueden contestarse unos a otros, el formato online imposibilita que se establezca el mismo feedback que en los clubs de lectura.
El ritmo de lectura también es diferente. Los clubs de lectura son flexibles en cuanto a velocidad de lectura se refiere, puesto que se pone como único requisito que el participante haya terminado el libro para la fecha establecida, que es el día en el que se realiza el evento presencial. Sin embargo, en las lecturas conjuntas es necesario establecer un calendario determinado en el que se conviene el número de páginas o capítulos que leer ya sea a diario (un capítulo por día, por ejemplo) o semanalmente (podría pedirse que al terminar la semana el lector hubiese terminado x capítulos). De esta manera, ningún lector queda rezagado y se puede comentar con libertad la lectura sin miedo a hacerse spoilers unos a otros.
En cuanto a la elección del libro, ambas iniciativas también divergen. Para empezar, la lectura conjunta no escoge un libro, puesto que se organiza expresamente para comentar una obra en concreto. En cambio, los clubs de lectura, que se organizan de manera —normalmente— mensual, sí necesitan votar entre varias opciones cuál será la lectura del mes siguiente. Su carácter estable a lo largo del tiempo permite que los participantes entren en contacto con numerosos libros, que pueden ser de distintos géneros o de uno en particular (hay clubs de lectura dedicados a un tipo concreto de literatura como la novela romántica, la novela negra, el thriller…).
Finalmente, el organizador de una y de otra iniciativa varía. Ambos pueden ser coordinados por grupos de lectores; en el caso del club de lectura, su naturaleza presencial permite que sea organizado también por librerías o espacios culturales, que en muchas ocasiones invitan al autor de la obra a participar en el evento; la lectura conjunta, por otro lado, puede ser una propuesta del propio escritor, que quiere dar a conocer su libro y promueve su lectura a través de esta iniciativa (sortear ejemplares para animar a unirse a más participantes es una práctica muy común).
Tras saber las características de una y otra actividad, el lector puede elegir cuál se adapta más a sus necesidades o incluso formar parte de ambas, pues no son excluyentes. Son experiencias a través de las cuales el amante de las letras puede conocer a otros lectores con quienes compartir gustos, aclarar dudas que puedan surgir a lo largo de la lectura o aprender a formarse una impresión crítica sobre las obras. Además, es también una oportunidad magnífica para leer por fin aquellos libros que, por h o por b, tenemos pendientes pero aún no nos hemos animado a leer.