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Exlibris: qué son y cuál es su origen

AutorYolanda Galiana el 20 de enero de 2021 en Divulgación
  • Los libros, como bien preciado que son, deben protegerse ante robos y descuidos.
  • Frente a la necesidad de identificar al propietario de un libro aparecieron los exlibris.

Libros antiguos apilados

Por todo lector es bien sabido que prestar un libro conlleva un gran riesgo: que no te lo devuelvan (“ya se lo daré cuando lo lea”, “seguro que ya ni se acuerda de él”, “no es mío, pero no recuerdo quién me lo dejó”…). Este miedo a perder un libro no es nuevo; ya en las bibliotecas medievales, ante la preocupación de perder sus ejemplares, los monjes intentaban proteger los libros encadenándolos o incluso añadiendo maldiciones entre sus páginas para ahuyentar a posibles ladrones.

A día de hoy, por fortuna, ya no es necesario acudir a medidas tan extremas para cuidar nuestros libros, pues existen algunas formas de identificar fácilmente a su propietario. Una de ellas, los exlibris.

Un exlibris, cuyo nombre proviene de la locución latina ex libris («de entre los libros de»), es un sello o estampa que, al imprimirse en la primera página, en la cubierta o en el reverso de la cubierta de un libro, identifica a su dueño o a la biblioteca a la que pertenece.

Un exlibris, para ser considerado como tal, debe cumplir con una serie de requisitos establecidos por la Federación Internacional de Amigos de los Ex Libris (FISAE), fundada en Hamburgo en 1966 con el fin de promover la cultura exlibrística. En primer lugar, una de las características que se considera necesaria en un exlibris es que el lado mayor de su estampa no mida más de 13 centímetros; de esta manera, puede utilizarse en cualquier tipo de libro. En segundo lugar, es vital que el diseño del grabado contenga la palabra “ex libris”, ya sea en latín o en otro idioma. En tercer lugar, debe aparecer el nombre del propietario —ya sea una persona o una institución— o sus iniciales. El diseño también tiene que cumplir una regla esencial: reflejar la personalidad del dueño o de la biblioteca o colección a la que pertenece. En cuanto a la técnica de grabado no se hacen especificaciones y cualquiera de ellas es válida, siempre y cuando sea capaz de producir copias idénticas. Si un exlibris no cumple estos requisitos mínimos pasa a ser considerado pseudo exlibris.

El origen de los exlibris se remonta al siglo XV a.C. El faraón egipcio Amenofis III quiso marcar los papiros de su biblioteca para así protegerlos de pérdidas y robos; por ello, ordenó la fabricación de una placa esmaltada de barro cocido cuyas inscripciones jeroglíficas determinaban su propiedad. Conservada en el British Museum de Londres, en esa pieza se comenzó a trazar la historia de los exlibris.

Sin embargo, no fue hasta 1480, gracias a la introducción de la imprenta y el uso de técnicas de grabado, que apareció el primer ejemplo de un exlibris tal y como se concibe en la actualidad. Se trata del exlibris de un monje, Hilprand Brandenburg de Biberach, cuyo diseño cuenta con un ángel sujetando un escudo. Con él marcó los más de 450 volúmenes pertenecientes al monasterio cartujo de Buxheim, localizado en Alemania.

A partir de ese momento comenzó a proliferar el uso de exlibris en otras partes del mundo. En Francia, el ejemplar más antiguo data de 1529; en Holanda aparecería en 1597 y, décadas más tarde, en 1622, lo haría en Italia. Por otra parte, el primer exlibris localizado en América es una etiqueta impresa en blanco de un impresor de Massachusetts.

La gran mayoría de los exlibris iniciales estaban grabados con un escudo heráldico e indicaban prestigio, pues solo las familias nobles podían permitirse tener grandes cantidades de libros, que eran entonces bienes de lujo muy preciados. Sin embargo, este concepto evolucionó con la llegada del Modernismo en el siglo XIX. La clase media, para quienes antes los libros eran inalcanzables, empieza a tener acceso a ellos. De este modo, comienza a despertar en muchos el interés por los exlibris. El contenido heráldico va dejando paso a otro tipo de diseños, que introducen símbolos, alegorías y emblemas en un estilo que es reflejo de los movimientos acontecidos durante la época. Gracias a ello, los exlibris son una interesante fuente de información histórica, tanto a nivel literario, como artístico y social.

Lejos quedan aquellos exlibris con escudos heráldicos que denotaban prestigio y propiedad; en la actualidad, los exlibris se han convertido en un complemento literario que, además de identificar al dueño de un libro, pueden hacerse servir como retrato personal gracias a las imágenes que forman parte del grabado. Estas pueden reflejar, por ejemplo, la profesión del propietario, o incluso sus aficiones.

Además de ser objeto de coleccionismo, los exlibris están ya al alcance de cualquier lector, pues existen numerosas plataformas que permiten diseñarse uno propio. De este modo, se puede convertir cada libro en un ejemplar único e irrepetible.

Yolanda Galiana

Lectora empedernida desde que tiene uso de razón. Disfruta perdiéndose entre las hojas de cualquier buena historia que caiga en sus manos y compartiendo las reseñas de sus lecturas en su propio blog literario, donde da rienda suelta a sus opiniones.

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