- La existencia o no de la ciudad de Troya es un tema en constante debate entre académicos e investigadores.
- Las que han sido identificadas como posibles ruinas de la ciudad perdida responden a la descripción del poeta y autor Homero.
La literatura occidental posee en su magnífico comienzo dos ilustres poemas heroicos, los cuales relatan dos episodios fundamentales de la Guerra de Troya. Por un lado, en la Ilíada, se narra la famosa rabia y cólera del gran guerrero griego Aquiles, el mejor guerrero de todos los tiempos que alcanzaría la fama eterna al matar al príncipe troyano Héctor, y cuya figura sería determinante para el fin de la ciudad de Troya. Por otro lado, en la Odisea, encontramos el relato del regreso a Ítaca de Odiseo, el mítico héroe que ideó la tan conocida estrategia del caballo de madera que ocasionó la caída total de la ciudad.
Estos poemas, que inspiraron durante generaciones a toda la sociedad helena, han sido atribuidos a Homero, considerado por muchos como el padre de la literatura occidental, nacido alrededor del siglo VIII a.C en la actual ciudad de Esmirna (Turquía), en esos momentos habitada por los jonios. La tradición nos ha dejado la imagen del autor como la de un venerable y respetado anciano, de poblada barba blanca, que recorrió algunas de las ciudades griegas más importantes del momento, narrando las grandes hazañas y combates gloriosos producidos en aquella lejana y mítica guerra de Troya.
Sin embargo, ¿qué hay de cierto en todo esto? Nadie sabe realmente ni la fecha ni el lugar de nacimiento y muerte de Homero, ya que todo son aproximaciones en base a escritos de autores posteriores. Incluso en los últimos años se ha puesto en duda la autoría de las obras y la propia existencia del autor. No obstante, los griegos jamás lo dudaron, ya que podemos encontrar en obras de poetas como Arquíloco o Safo, ambos poetas reconocidos del siglo VII a.C, menciones hacia Homero y sus obras.
Entonces, la ciudad de Troya, ¿existió realmente? Seguramente esta pregunta es la que llevaría al alemán Heinrich Schliemann (1822-1890), respetado hombre de negocios y arqueólogo, a desplazarse hasta Turquía y comenzar una ambiciosa excavación con la única finalidad de encontrar las famosas ruinas de la ciudad de Troya. Alrededor del año 1868, Schliemann llegó a Turquía, donde se entrevistó con Frank Calvert, entonces cónsul de Estados Unidos e Inglaterra, quien le sugirió que comenzase las excavaciones en la colina de Hissarlik. Lo que encontrarían años más tarde en dicha colina llevaría a Schliemann a entrar en las páginas de la historia.
Schliemann encontró hasta nueve ciudades bajo tierra, una superpuesta a la otra. Todas ellas habían sido construidas y posteriormente derribadas a lo largo de 4.500 años. Décadas después, los arqueólogos W. Dörpfeld y C. Blegen identificaron, gracias a los restos encontrados, a la sexta y séptima ciudad como las más probables de ser la ciudad perdida.
Aunque no podamos fijar con total certeza una fecha exacta en la que habrían ocurrido los acontecimientos expuestos en la Ilíada, sí que podemos afirmar que los lugares históricos existieron, ya que, como tal, las ruinas perdidas de Troya responden a la descripción realizada por Homero. De igual forma, según las investigaciones realizadas, todo apunta a que los restos arqueológicos encontrados por Schliemann en la antigua ciudad de Micenas, tierra de otro de los grandes héroes de la Ilíada, Agamenón, llevarían los relatos homéricos más allá de la ficción y el mito.
Desde luego, la figura de Homero así como la veracidad de sus obras, son temas que continúan en constate debate entre académicos y expertos, dada la propia naturaleza y dificultad de estudio de la misma. Hay quien dice que la Guerra de Troya posee un aura mística, pues reúne relatos de heroísmo, ira, pasión, y devoción casi de una forma nostálgica. Para otros, creer en los escritos de Homero es un acto de fe ya que, ¿cómo no creer en las epopeyas de aquél a quien Platón catalogó como el mejor y más divino de los poetas?