- Volver a leer un libro nos permite descubrir detalles que habíamos pasado desapercibidos.
- La segunda lectura jamás será igual que la primera, pues nuestra perspectiva sobre determinados temas cambia con el tiempo.
“Un lector vive mil vidas antes de morir. La persona que nunca lee vive solamente una”. Así lo afirmó George R. R. Martin, y no le falta razón. Este escritor y guionista estadounidense, especialmente conocido por la serie de novelas Canción de hielo y fuego, acertó de pleno al describir una de las grandes ventajas de la lectura.
¿Cuántas veces hemos deseado revivir un momento concreto de nuestra vida? Un momento feliz, junto a algún ser querido que ya no está, o incluso volver sobre aquel error que cometimos para poder analizarlo detalladamente. Resulta que es imposible volver a vivir lo pasado, pero no lo es volver a leerlo. Y ahí está esa gran oportunidad que nos brinda el hecho de releer un libro.
El mundo de la literatura es infinito, cada año son cientos los libros que inundan el panorama editorial y que incrementan nuestra angustia por querer leerlo todo y ser conscientes de que no disponemos de tiempo material para hacerlo. ¡Como para permitirse el lujo de volver a leer un libro que ya hemos leído!
Pues bien, la relectura nos permite asimilar mejor el texto y por consiguiente la historia, si se trata de una novela. La primera vez que leemos prácticamente no reparamos en lo presente porque estamos más pendientes de cómo continuará y muchos detalles pasan desapercibidos, lo cual es genial porque nos mantiene alerta e inmersos de lleno en el libro. En cambio, la segunda vez nuestro ritmo es diferente. No tenemos esa ansia ni prisa, porque ya sabemos lo que va a suceder, pero queremos saborearlo.
De hecho, esa segunda lectura, e incluso la tercera para los más valientes, nos permiten descubrir detalles e incluso pistas relacionadas con el desenlace final, que de otro modo no hubiésemos detectado. Es más, hay libros que parecen escritos para ser leídos dos veces y cuya relectura se hace necesaria para comprender mejor la trama. El señor de los anillos de J.R.R Tolkien, por ejemplo, abre un mundo inmenso a la imaginación y está repleto de detalles y descripciones que precisan una lectura secundaria para llegar a asimilarlos y formarnos una idea completa en la cabeza. Y como este, tantos otros ejemplos.
Por otro lado, a medida que pasan los años y acumulamos vivencias y madurez, nuestra perspectiva sobre determinados temas cambia, incluso a veces radicalmente. Nuestra concepción del amor, de la amistad, o de la vida no es la misma a los 18 años que a los 40. Es por ello que no miraremos con los mismos ojos la historia de Romeo y Julieta diez años después de aquella primera lectura. Y lo mismo pasa con el resto de géneros literarios.
Si nos fijamos en otras artes, como la música, la pintura o el cine, nos daremos cuenta de que no por haber escuchado una vez una canción, pierde el sentido volver a escucharla. No por haber disfrutado de una película en el cine dejaríamos de verla en nuestra pequeña pantalla. De la misma forma que tampoco sería extraño volver a contemplar El jardín de las delicias de El Bosco. Seguro que descubriríamos detalles que no recordábamos o sobre los que aquella primera vez no reparamos.
Y por si fuesen pocos los motivos para volver a abordar una lectura, añadimos uno más: releer es un ejercicio de memoria. Una prueba personal que nos revela el grado de interés y atención que pusimos en aquél primer momento, pero también la capacidad de albergar en nuestra memoria una historia, unos personajes o un lugar. Por no mencionar que también supondrá un lujo para nuestro bolsillo, pues si el libro es nuestro, no tendremos que pagar para volver a leerlo.
Si después de esta sucesiva exposición de motivos te has animado a rescatar de tu memoria alguna vieja historia vivida a través de un libro, te proponemos que lo hagas de la siguiente manera: lee despacio y regodéate en cada una de las palabras y descripciones que se te propongan, no tengas prisa, pues conforme leas, recordarás, y el objetivo es rescatar aquellos matices que pasaron desapercibidos la primera vez. Reencuéntrate con tu yo del pasado y compara tu visión de ahora con la de entonces, te sorprenderá y te hará reflexionar.
Como última recomendación, procura escoger bien esa lectura que vas a volver a abordar, como hemos mencionado en las primeras líneas, el mundo editorial está plagado de novedades y si no sientes que estás sacando el máximo valor a tu tiempo, podrías abandonar la aventura.