- Hacemos un recorrido por la historia de esta famosa biblioteca partiendo de sus orígenes.
- Fue el epicentro de cultura, saber y conocimiento más importante de la época helénica.
¿Quién no ha oído hablar alguna vez de la famosa Biblioteca de Alejandría? Seas amante de la Historia o no, seguro que a lo largo de tu vida has escuchado rumores o leído acerca de esta gran biblioteca situada a orillas del Nilo, que se convirtió en centro universal de la cultura en la época antigua. Alejandro Magno, famoso conquistador macedonio y artífice de la expansión de la cultura helénica por toda Asia, fundó la ciudad de Alejandría en el año 331 a.C, tras liberar a Egipto de la dominación persa que por aquel entonces padecía.
Alejandro había sido tutelado e instruido por el filósofo macedonio Aristóteles, quien guió al joven Alejandro en su desarrollo intelectual y personal, y al cual le inculcó un gran amor por la lectura, el conocimiento y el estudio. La prematura muerte de Alejandro produjo que el imperio macedonio se fragmentase en diversos reinos, conocidos como los reinos de los sucesores, muchos de los cuales fueron gobernados por generales cercanos al conquistador macedonio. Concretamente en Egipto, seria Ptolomeo I Sóter, general de su ejército y compañero de la infancia, quien se erigiría como gobernante de Egipto, instituyendo de facto la que sería conocida como la dinastía Ptolemaica.
Ptolomeo compartía el amor por el conocimiento al igual que Alejandro, y en su honor, mandó construir la mayor biblioteca jamás construida. Otros autores, afirman que no fue Ptolomeo I, sino su hijo, Ptolomeo II Filadelfo, quien reinó entre los años 283-246 a.C, el que ordenaría construir la biblioteca. Fuese finalmente padre o hijo quien la ordenase construir, se mandó erigir junto al templo de las musas, construido años atrás, y símbolo relevante del prestigio Ptolemaico.
Desgraciadamente, no disponemos de información acerca de su diseño, solo sabemos que se erigió como parte de una estructura todavía mayor. Pocas décadas después se construyó otra biblioteca en la ciudad griega de Pérgamo, que tal y como afirmaban sus coetáneos, se basó en el diseño de la de Alejandría, por lo que gracias a los restos arqueológicos de esta biblioteca podemos hacernos una idea de su grandiosidad.
La biblioteca de Alejandría no solo tenía como fin la misión de albergar entre sus paredes escritos de antiguos autores, sino que además, se diseñó como escuela para instruir la mente de aquellos que acudiesen al lugar en busca de conocimiento y sabiduría, imitando al Liceo fundado en Atenas por Aristóteles. La famosa biblioteca se dedicó, durante más de dos siglos, a copiar todos los rollos del mundo conocido.
Desgraciadamente, durante la segunda guerra civil de la república romana (año 48 a.C), cuando el famoso Julio César se encontraba sitiado en Alejandría, ordenó a sus soldados prender fuego a varias naves con la intención de bloquear la flota enemiga. El fuego se extendió sin control, y afectó a gran parte de la biblioteca, perdiéndose entre las llamas infinidad de obras de valor incalculable. El gran dramaturgo romano Séneca, llegó a afirmar que durante el incendio se perdieron más de cuarenta mil obras.
Desde aquel incendio, la famosa biblioteca fue viniendo a menos, hasta que finalmente, en el siglo III, concretamente en el año 272 d. C, las tropas del emperador romano Aureliano la destruyeron por completo. Fue en su asedio a la ciudad de Alejandría, entonces en manos de la Reina Zenobia, cuando devastaron por completo el distrito de Brucheion, espacio donde se encontraban ubicados los restos de la antigua biblioteca.
Así se perdió lo que se convirtió en el epicentro de cultura, saber y conocimiento más importante de la época helénica. ¿Qué grandes obras se habrán perdido entre sus llamas? ¿Imagináis que dicha biblioteca hubiese sobrevivido a todos estos acontecimientos históricos? ¿Qué relatos, historias, y repuestas hubiésemos hallado en sus escritos? Son preguntas a las que jamás daremos una respuesta exacta.