- Los números de venta se atascan.
- La producción es más alta que nunca.
Hace diez años que venimos hablando de los libros electrónicos. Al principio, de la revolución que podía suponer su aparición en contraposición a las posturas más inamovibles de la industria editorial. Luego, de las ventajas que podía suponer para un autor saltarse la cadena tradicional de distribución. También, de la democratización de la publicación, ya que no existía la presión editorial. Después de diez años, los libros electrónicos siguen sin desbancar a los libros en papel. Y cada vez parece más difícil que lo hagan.
Estados Unidos es el mercado referente del ebook, claro. Ahí aparece de manera masiva por primera vez, tiene a Amazon como motor indiscutible de todo el negocio, y, en un primer momento, el crecimiento del mercado parecía imparable. Hoy día, se ha estabilizado en un 20% de las ventas totales, que comparte con los libros en papel y los audiolibros. La tendencia parece estable, apenas está cambiando, y es la que se aprecia en otros países. Todos los que vaticinaron la muerte del libro tradicional, tienen que aceptar la realidad: todavía falta mucho para que llegue ese día, si llega.
No existe un motivo único para esta situación, probablemente sea una conjunción de pequeños detalles que se van acumulando. Hay mucha gente que no quiere leer en dispositivos de pantalla, pese a que la calidad de estos haya aumentado mucho en los últimos años. Otros leen de manera tan esporádica que ni se lo plantean. Y los que regalan libros, lo harán casi siempre en papel: el formato físico es el formato físico.
Luego, claro, está el tema de que cuando compras un ebook, no lo estás comprando de verdad, como descubrió toda la gente que había adquirido libros electrónicos en la tienda de Microsoft… Cuando esta cerró, se quedaron sin libros. Porque lo que compras es el derecho al uso, no la propiedad. Ojo con esto.
El DRM es otra limitación que sigue presente en la mayoría de los libros y que entronca con el punto anterior. No puedes prestar ebooks con facilidad, algunos necesitan programas específicos para su lectura, o incluso dispositivos concretos. Ha pasado una década y muy poca gente de la industria ha cedido. Eso sí, saltarse el DRM es tan fácil que muchos usuarios casi ni se dan cuenta al hacerlo.
Los autores independientes han tratado de aprovechar el primer auge del ebook y, con la ayuda de la promoción que tanto necesita Amazon y otras tiendas, sí que es cierto que han logrado un cierto éxito. Tantos, que se pueden contar con los dedos de una mano, de la misma manera que en el circo industrial tradicional. Y, que me perdonen, lejos del estándar de calidad que se conseguía con un buen editor hace veinte años. Lo cierto es que ni en lo tradicional ni en lo digital estamos cerca ya de la excelencia.
Sin embargo, hay un grupo de gente que sí usa los ebooks con insistencia. Suelen ser, además, grandes lectores. De eso no hay duda, los lectores de libros electrónicos suponen una minoría muy activa, que sustenta nada más y nada menos que ese 20% de ventas totales, que es, no nos engañemos, una auténtica barbaridad. Por otro lado, el mercado de papel sigue subiendo, a un ritmo minúsculo, pero no decae, más allá de las cifras derivadas de la crisis económica, que también sufre el ebook.
Entonces, ¿llegará en algún momento el reinado del ebook? Parece complicado a corto plazo y difícil a medio. Quizá cuando las condiciones ambientales del planeta sean tan complicadas que la producción de la pulpa de papel se convierta en un verdadero problema económico (ya ha estado a punto en un par de ocasiones en los últimos cinco años) la diferencia de precio se convierta en algo tan sustancial que parezca imposible sustraerse a ella. Por lo demás, las ventajas y desventajas del ebook llevan ya diez años encima de la mesa. Pocas sorpresas le quedan por enseñarnos.