La responsabilidad editorial al publicar series literarias

• Muchos lectores han visto cómo su saga favorita quedaba sin ver la luz.
• ¿Existe un compromiso tácito al publicar el primer libro de una serie?

Uno no puede sino tratar de imaginar el revuelo que se hubiera montado si, por ejemplo, Anagrama hubiera decidido no publicar los últimos tres volúmenes de la serie de Mi lucha, de Karl Ove Knausgård, invocando, aunque fuera, motivos económicos. Sin embargo, dentro del mundo de la literatura fantástica, el maltrato a los lectores y a las sagas literarias está a la orden del día. Y nuestra pregunta es, ¿acaso la publicación de la primera obra de una serie no implica un cierto compromiso con el lector que la compra?

El caso más reciente lo podemos encontrar en la serie de Nuncanoche, obra del australiano Jay Kristoff, que estaba siendo publicada por Fantascy, sello de Plaza y Janés, que pertenece a su vez al segundo grupo editorial español -y uno de los más grandes del mundo-, Penguin Random House. Pues bien, tras publicar dos entregas, se ha anunciado que el siguiente libro ya no entra en los planes cercanos de la editorial. No se han dado muchas explicaciones al respecto, y la noticia ha pillado por sorpresa hasta al propio autor, que se ha enterado por Twitter.

Es posible, con toda seguridad, que los libros de Nuncanoche no hayan logrado el rédito económico buscado por la editorial, que en su día hizo una apuesta por la serie, comprando derechos, traduciendo y lanzando la obra. Pero ¿acaso no sabía que era una trilogía? En el momento que apuestas por un libro, debes conocer las consecuencias, tener en cuenta desde un principio los costes que va a generar a lo largo de, por lo menos, tres o cuatro años. Porque cuando funcionan bien, las series son geniales a la hora de ganar dinero y asegurar lectores.

No estamos hablando de una pequeña editorial que se puede ver ahogada por intentar sacar una nueva tirada de un título, sin apenas distribución. En este caso se tiene detrás toda la fuerza de una grandísima editorial. Así que los recortes económicos, que los puede haber, tenían que haber sido valorados al principio de la publicación, y no al final. Cuando existe la capacidad, la excusa es lamentable.

¿Alguien se imagina comprar un libro que en la cubierta indicara que es posible que no se publiquen sus continuaciones? “Compre el número uno, y si funciona, a lo mejor nos dignamos a sacar el número dos y se entera usted de cómo termina la historia”. Sería absurdo, porque existe un pacto tácito en el que la editorial no debe dejar tirados a sus clientes, de los que bien ha cobrado por los libros publicados de esta manera.

El ejemplo de Nuncanoche es eso, un caso más dentro de una larga lista. De hecho, ni conocía la saga hasta hace un par de días. Pero no es la primera vez que pasa dentro de la industria editorial española. Una falta de respeto que luego se traduce en menores ventas y lamentos por el auge de la piratería. ¿Quién va a comprar ahora un nuevo ejemplar de Nuncanoche? Es como si hubieran matado dos novelas de un tiro.