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La revolución de las bibliotecas robotizadas en Singapur

AutorAlfredo Álamo el 27 de junio de 2019 en Divulgación
  • Se está invirtiendo en una renovación total del sistema de bibliotecas.
  • Incluye robots bibliotecarios.

Mano robótica tocando mano humana.

Una de las principales inversiones culturales de todo país desarrollado debe ser en bibliotecas públicas. Esto no solo quiere decir que el presupuesto debe invertirse en la compra de más y más libros, ya que, en el mundo moderno, las bibliotecas públicas van mucho más allá de una concepción decimonónica como meros almacenes de libros. Podemos ver un gran ejemplo de esta inversión en el trabajo realizado en las bibliotecas de Singapur.

La inversión del gobierno de Singapur es notable, y sigue la línea de otros países como Noruega, Dinamarca u Holanda, donde se presta especial atención al espacio de la biblioteca como punto de reunión social y vertebrador de la ciudad. Allí no solo se va a sacar y devolver libros, sino que existen puntos de encuentro, charla, investigación, consulta… además de aplicación de tecnologías quizá demasiado caras o escasas para el uso personal.

De ese modo, no es raro encontrar salas dedicadas a la realidad virtual o también a la impresión 3D, todo en edificios pensados desde un principio para albergar bibliotecas, con la intención de hacerlos atractivos para la ciudadanía, fomentando su uso.

Pero, además, en Singapur han dado un paso más y están automatizando las funciones bibliotecarias más rutinarias. Sí, el hecho de buscar, prestar y ordenar los libros devueltos ha pasado a manos de robots especializados. Pese a lo que puede parecer, no se están perdiendo puestos de trabajo, sino que los bibliotecarios, liberados de tareas mecánicas, pueden dedicarse a otros menesteres, más complejos.

De hecho, un usuario de la biblioteca puede solicitar un libro a través de su teléfono móvil y el robot bibliotecario se lo llevará a la zona de préstamos. Lo mismo a la hora de devolverlo, o incluso de procesar multas por retraso. Estos robots suponen un gran ahorro de tiempo y, a la larga, de dinero. Otro robot se usa para reordenar los libros que se han consultado, pero no prestado; el análisis de estos datos es un nuevo campo a tener en cuenta en las bibliotecas.

Pero las nuevas ideas no van exentas de problemas. La tecnología todavía tiene algunos problemas, como la duración de las baterías de los robots, y también la posibilidad de que estos sistemas sean hackeados. En cualquier caso, el trabajo para mejorar y adaptar las bibliotecas al siglo XXI es fundamental para el desarrollo cultural de la sociedad.

Vía: Bookstr

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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