- Existen diferentes modos de lectura.
- La información se procesa de manera diferente.
Leer es bueno para el cerebro, eso es algo que está probado desde hace años. Pero existen varias maneras de enfrentarnos a un libro, de procesar la información y hacer que nuestras neuronas hagan un poco de ejercicio extra. Lo normal, claro, es leer con tranquilidad desde el principio hasta el final, pero esto no siempre es así. ¿Te saltas párrafos? ¿Eres un lector inquieto que vuelve atrás para comprobar datos?
Hay lectores que son incapaces de dejar un libro a medias. Bill Gates, por ejemplo, es muy meticuloso y se siente incapaz de dejar un libro a medias, aunque no le guste. De hecho, Gates toma más notas al margen cuanto menos le gusta lo que lee, analizando y pensando los motivos de ese rechazo.
Leer como lo hacen los escritores puede potenciar tus habilidades comunicativas y narrativas, e incluso te puede volver una persona más persuasiva, ya que te permitirá estructurar tu discurso para captar toda la atención de tu audiencia. Porque ese es el objetivo de un escritor, centrar al lector en el camino que le ha construido y que todo a su alrededor se desvanezca. Los novelistas lo hacen con sus tramas y con personajes fascinantes, mientras que los ensayistas con sus ideas, hechos y datos presentados de una manera certera y creíble.
Pero ¿cómo podemos leer como un escritor?
Bien, lo primero es leer de golpe, sin parar, aunque haya partes que nos resulten confusas. No, no hay que revisar referencias en Internet, ni volver atrás para ver si lo habías entendido todo bien. Lo importante es ser capaz de entender la idea que hay detrás del libro, aunque no sea al 100%. Para eso está la segunda lectura, ahí es donde perderse en los detalles.
Otra cosa para tener en cuenta es buscar los trucos mediante los cuales el autor trata de imponer su autoridad y captar tu atención. El escritor Malcolm Gladwell trata de especificar tres puntos fundamentales, a saber: Que la idea que presenta es válida. Que él tiene la autoridad para escribir acerca de esa idea. Que la idea vale la pena. Así pues, al acercarnos a un libro no está de más buscar esos puntos fundamentales.
Percibir el uso de metáforas. Si comparamos “Una voz de terciopelo se derramó desde la radio” y “Una bonita voz sonó en la radio” puede parecer que estamos frente a la misma información. Pero en realidad nuestro cerebro lo percibe de manera diferente, ya que las metáforas activan más zonas del cerebro que la mera descripción. Así que al leer un libro hay que darse cuenta de qué metáforas aparecen y qué uso hace el autor de ellas.
Vía: CNBC