- Black Mecca en Atlanta cumple una función social.
- Solo la mitad de sus libros están a la venta.
Siempre hemos comentado que las librerías pueden llegar a ser mucho más que un sencillo negocio. La teoría nos dicta que son sitios donde se venden libros, pero sabemos, por experiencia que pueden ser mucho más: lugares de reunión, de intercambio de ideas, de refugio frente a la barbarie… Ese es el caso de Black Mecca, una librería de Atlanta con un propósito social y cultural muy definido.
Al entrar en Black Mecca llama la atención que hay un buen número de revistas y libros de segunda mano. Muchos de estos textos son auténticas rarezas de los años 60 y 70, momento de efervescencia de la lucha por los derechos civiles por parte de la sociedad afroamericana. Esos libros, esas revistas hoy perdidas en su mayor parte, son todo un tesoro que no está a la venta.
Eso sí, la intención de Black Mecca no es poner la miel en los labios de los coleccionistas o de aquellos interesados en el desarrollo del movimiento de los derechos civiles, para luego decirles que no. En realidad, todo el mundo está invitado a pasar el día leyendo dentro de la librería. No hay libro prohibido de leer. Solo de comprar.
Según Rosa Duffy, la propietaria de Black Mecca:
La razón por la que no estoy vendiendo estos libros es porque quiero que la gente interactúe con ellos lo máximo posible. Es un proceso narrativo: alguien leyó en su día uno de estos libros, aprendió de él y ahora eres el siguiente.
Además de estos libros solo para consulta, hay otros a la venta. Duffy ha decidido especializarse en black-lit, así que hay muchos libros de autores y autoras como Toni Morrison, Maya Angelou o Ralph Ellison. Así pues, Black Mecca es un extraño lugar mixto, mitad librería especializada y mitad biblioteca.
La mayor parte de los libros que no están a la venta proceden de la colección de su padre, Andrew Duffy, el cual trabajó para tres alcaldes de la ciudad de Atlanta y para Andrew Young, hombre de confianza de Martin Luther King y que acabó como embajador ante las Naciones Unidas.
Duffy, que también es artista gráfica, siempre había deseado trabajar entre libros y honrar la memoria de su padre. Black Mecca es su gran apuesta para conseguirlo, aumentando la colección de su padre y ofreciendo todo ese conocimiento a la gente de la comunidad. Sin duda, una gran idea que puede ser extrapolable a otros lugares y culturas.
Vía: New York Times