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La figura inigualable de Víctor Hugo y su vida como superestrella

AutorAlfredo Álamo el 2 de enero de 2019 en Divulgación
  • Su calidad literaria solo era igualada por sus ganas de fiesta.
  • Consagrado en vida hasta el punto de residir en su propia avenida.

Busto de Víctor Hugo.

Los miserables es una de las obras cumbre de la literatura universal, una novela monumental que hizo de su autor, Víctor Hugo, el autor de referencia de varias generaciones de autores franceses y europeos. Con el tiempo, nos hemos quedado con la obra, pero la fastuosa y excéntrica vida de Víctor Hugo se ha ido olvidando. Conozcamos un poco más a este hedonista y fantástico escritor.

Hugo fue muy conocido en París por su gran afición a practicar sexo. Sí, llegó a ser famoso por ello. Dejando a un lado las leyendas que él mismo gustaba de contar, como que en la noche de bodas con su mujer había tenido sexo en nueve ocasiones, Hugo era una figura habitual de la noche bohemia parisina y de sus famosos burdeles. Esto llegó a ser tan notable que el día de la muerte del autor, cerraron todos los lupanares de París para ir a presentar sus respetos a tan importante cliente. Otra de las leyendas dicta que esa noche las prostitutas se pusieron crespones en los genitales como señal de duelo.

Y es que a Hugo le gustaba mucho la fiesta. De hecho, lo habitual en su casa es que siempre hubiera de 20 a 30 personas invitadas a cenar cada noche. El truco que utilizaba para epatar a sus conocidos consistía en meterse una naranja pelada en la boca, añadir azúcar y dos vasos de licor y luego comérsela. Otra leyenda relacionada con su muerte: el masivo funeral que se celebró por su defunción acabó en una tremenda fiesta. El resultado, un enorme incremento de la natalidad parisina nueve meses después. A Hugo le habría encantado.

Otro de los aspectos de Víctor Hugo es que estaba encantado de haberse conocido. Disfrutaba de la fama como nadie. Claro que si renombran la calle donde vives con tu propio nombre, es difícil mantener un ego pequeño. Durante los últimos años recibía cartas dirigidas a “Víctor Hugo, en su avenida, París”.

Era normal que Hugo listara las razones por las que era mejor autor que Balzac o Racine. Pero es que en Francia lo adoraban. En su 80 aniversario, se decretó un festivo nacional, no hubo castigos en los colegios y el escritor saludó a una procesión de 600.000 personas que pasó por delante de su casa para saludarle.

Su éxito también vino de saber negociar. Cuando estaba preparando Los miserables, pidió a su editor que le pagara más que a nadie antes en la historia. Y así fue, ya que los 300.000 francos de la época vendrían a ser unos 2,5 millones de euros de la actualidad. El mayor adelanto jamás visto dentro de la literatura. Por suerte para el editor, los parisinos llegaron a hacer cola en las librerías para comprar varias copias del libro ¡y revenderlas a mayor precio cuando se agotó la primera edición!

Tanta fiesta y éxito personal interferían tanto en su rutina como escritor que Hugo tuvo que improvisar: solía entregar su ropa a los sirvientes y escribir desnudo, o vestido con un camisón, para evitar la tentación de salir de casa a tomar una copa… o visitar ciertos establecimientos de dudosa moral.

Vía: The Guardian

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(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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