- Los tiempos de ser un autor misterioso quedaron atrás.
- Las grandes editoriales exigen la presencia de los autores.
J. D. Sallinger, autor de El guardián entre el centeno, fue uno de los más célebres autores que pasaron olímpicamente del mundo de las presentaciones y actos públicos que la literatura exige a sus practicantes. Las entrevistas que dio se pueden contar con los dedos de una mano y siempre fue un celoso guardián de su intimidad. Hoy en día son pocos los que pueden mantener este aura de misterio.
Si dejamos a un lado a grandes autores cuya carrera se inició hace ya tiempo, como podría ser Thomas Pynchon, o tal vez Greg Egan (menos conocido, pero un mito de la ciencia ficción) es casi imposible mantener una actitud desconectada de los medios. Hoy día, la presencia física y en redes sociales se hace cada vez más exigente.
No estamos hablando de autores desconocidos, autoeditados o que quieran mantener un perfil bajo en tiradas de menos de 500 ejemplares. Estamos hablando de autores que desean dar el salto, por lo menos, a una editorial mediana. Ahí entramos en un compromiso con la editorial, un acuerdo que suele venir reflejado en alguna cláusula del contrato, en la que el autor promete acudir a los actos de promoción del libro siempre que le sea posible.
¿Es posible medrar en el mundo literario sin darte a conocer personalmente? Es posible, pero difícil. Los actos de promoción son importantes para las editoriales y permiten un mayor contacto con la prensa. Sí, claro, lo importante es cómo de bueno es el libro en cuestión, pero llegar a una masa crítica de lectores es cada vez más difícil. Sobre todo sin querer salir de casa.
Las redes sociales han ayudado mucho a realizar gran parte de esta promoción sin tanto jaleo como antes. Pese a todo, una editorial grande que apuesta por un libro va a exigir a su autor que también ponga de su parte. Si no lo hace, esto hará que su novela se promocione menos, tenga menos recorrido en librerías y que se planteen a fondo si volver a contar con un escritor que no se implique.
Así pues, ¿es el anonimato una salida hoy en día? Muchos de los autores que publican con seudónimo han acabado por salir a la luz en el momento en que las ventas de los libros han alcanzado un punto interesante. Y es que los lectores, en el fondo, quieren saber a quién están leyendo. Puede ser un punto de conocimiento egoísta, estoy de acuerdo, pero pasa.
El tiempo de los autores que se permitían el lujo de no dar ni siquiera una foto a la editorial está cada vez más lejos y a la vez más cerca. ¿Por qué? El cambio de paradigma de la literatura lo permitirá dentro de poco. Hoy en día, las audiencias se limitan casi por completo al papel, pero la tendencia es a utilizar el móvil, las redes y plataformas digitales especializadas, donde no solo el anonimato es bienvenido, sino que la creación de un personaje imaginario con una personalidad atractiva, es casi una obligación.
Adiós, por lo tanto, a los autores ermitaños. Bienvenidos sean los nuevos avatares.