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El curioso mundo de los ladrones de libros

AutorAlfredo Álamo el 2 de octubre de 2018 en Divulgación
  • ¿Se roban libros valiosos solo por su valor económico?
  • También existe una fascinación por estos objetos.

Libro antiguo abierto por la mitad.

Dentro del mundo de los ladrones profesionales, el mundo de los ladrones de libros antiguos o singulares es una de las más curiosas especializaciones. Recientemente se ha rodado un documental, American Animals, en el que se relata el intento de robo en 2004 de varios libros valorados en millones de euros, a través de las entrevistas realizadas a los ladrones, hoy entre rejas.

Este robo, perpetrado por cuatro amigos de apenas veinte años, llevó más de un año de planificación y terminó con un botín de unos 700.000 euros. Su robo incluía una primera edición de El origen de las especies de Darwin, un manuscrito medieval iluminado y una copia de Historia de los pájaros de Norteamérica, uno de los libros ilustrados más valorados del mundo.

Lo cierto es que su plan no llegó a buen puerto y el FBI capturó a toda la banda pocos días después del robo, ya que la planificación de los ladrones a la hora de escapar y vender los libros fue muy deficiente, propia de aficionados.

Otros ladrones son más sibilinos, como el que estuvo más de 20 años sisando ejemplares de la Biblioteca Carnegie, en Pittsburgh, con la idea de que un robo aquí y allá, muy espaciado en el tiempo, no se notaría y que, en todo caso, la desaparición de los libros sería atribuida a problemas de inventario.

Es un problema que viene de largo. El primer gran ladrón de libros que conocemos es el conde italiano, Guglielmo Libri Carucci dalla Sommaja, que robó más de 30.000 libros mientras trabajaba como inspector de las bibliotecas públicas francesas a mediados del siglo XIX. Nunca lo atraparon, ya que huyó a Inglaterra, donde se dedicó a vender cómodamente su botín.

En la última década se han incrementado los robos de libros singulares. Al parecer, los libros ya han alcanzado el nivel de fascinación que ostentan las grandes piedras preciosas y los cuadros de los maestros de la pintura. Sí, tienen un gran valor económico, pero también son artefactos culturales capaces de ejercer una gran atracción.

Roben los libros por el dinero, la emoción del juego, o por un amor inconmensurable por estos objetos, lo cierto es que el ladrón de libros suele tener un gran conocimiento y aprecio por aquello que está robando. Sin embargo, los cuatro amigos protagonistas del documental que hemos mencionado son American Animals, animales porque en su cabeza no había otra cosa que el simple pillaje y robo de estas importantes reliquias del conocimiento humano.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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