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¿Dejar libros o no? La gran duda del lector habitual

AutorAlfredo Álamo el 17 de abril de 2018 en Divulgación
  • ¿Tienes normas cuando prestas un libro?
  • Libro prestado, libro perdido.

Libros voladores.

Cuando comienzas a acumular libros en casa hasta el punto de que eres la envidia de propios y extraños, siempre llega el temido momento en el que, cuando tienes alguna visita, surge la incómoda conversación en la que te piden prestado uno de tus libros. Es una situación complicada, ya que, por un lado, todo lector siente la necesidad de compartir las historias que le han hecho feliz, pero, por otro, no queremos que nadie ponga sus dedos grasientos sobre nuestros pequeñines.

Lo primero que tienes que saber es que existe una gran probabilidad de que si prestas un libro nunca vuelvas a verlo. Esto es así. Podría incluso ser una ley de la termodinámica. Una vez esa novela sale por la puerta de casa se convierte en el gato de Schrödinger, y está a la vez localizado y perdido. Es el principio de incertidumbre de los libros prestados.

Y no es porque tus amigos sean descuidados, es que, a la larga, las bibliotecas de la gente que se conoce acaban fusionándose, creciendo de manera parasitaria de unos a otros. Si has decidido prestar libros, ten esto muy claro. Si además esperas que te los devuelvan, deberías poner unas reglas muy claras. De hecho, deberías imprimir un folleto y ponerlo dentro del libro.

Lo primero: deja claro que te lo tienen que devolver. Para eso, apunta bien qué libro le dejas a quién. En una sencilla hoja de cálculo, o en una libretita siempre en la biblioteca, puedes llevar el registro. Si quieres poner una fecha de devolución aproximada, hazlo. Yo hasta me lo apuntaría en la agenda para mandarles un correo recordatorio. Sí, soy así de pesado.

También deberías explicarles que, si te lo devuelven manchado de chocolate, vino, café u otro tipo de fluidos y humedades, por no hablar de páginas sueltas o cubiertas dañadas, te lo van a tener que comprar nuevecito. Así tendrán algo de cuidado.

Otro punto para tener en cuenta: los libros que dejas, no se represtan. Esa es la mejor manera de que jamás los vuelvas a ver. Si de tus manos pasan a otras, y de esas otras a otras más, se acabó. Es casi imposible que ese libro encuentre el camino de vuelta a casa.

Si, de todas maneras, estás dispuesto a prestar tus libros favoritos porque quieres que todo el mundo disfrute como tú de esas lecturas tan especiales, también puedes comprar un par de ejemplares más de segunda mano y tenerlos disponibles para todo el que te pida que le dejes un buen libro. Si te los devuelven, bien. Si se pierden en el hiperespacio que rodea a los lectores despistados, pues no pasa nada.

¿Y tú? ¿Dejas libros o te los quitarán de las estanterías a sangre y fuego? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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