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Contar o mostrar, la duda del escritor

AutorAlfredo Álamo el 28 de noviembre de 2017 en Divulgación
  • Un buen libro contiene ambas maneras de narrar.
  • Hay que buscar el equilibrio.

Máquina de escribir, bloc de notas y cámara de fotos.

De entre las muchas dudas que pueden asaltarte en el momento que decides ponerte a escribir un poco más en serio, definir tu estilo narrativo personal sea una de las más complicadas de resolver. Uno de los elementos que más pesan en este sentido es cómo decides plantear la narración, bien contando la acción o bien mostrándosela al lector. ¿Cómo debemos resolver esta duda? No es nada fácil.

A lo largo de una historia vamos a tener que contar y explicar la acción en numerosas ocasiones. Esto es así y es muy difícil de cambiar, aunque lo que está claro es que una narración compuesta sólo de la información que va soltando el narrador puede pecar de apresurada, como si el autor estuviera ansioso por llegar al final. Cuando más contemos, más rápida pasará la acción. Por ejemplo:

El detective entró en la habitación cerrada. Comprobó los bolsillos del cadáver pese a la repugnancia que le daba, y encontró la documentación con la que identificar al pobre diablo. Era John Doe. Un sospechoso menos en su lista.

Sin embargo, mostrar es donde podemos ahondar más en la situación, el escenario y los personajes. Tampoco hay que regodearse en los más mínimo detalles, pero la mayor parte de la narración debería ocuparse de meter al lector en la historia, algo que se consigue de esta manera. Otro ejemplo:

Toni amartilló el revólver y abrió la puerta donde sabía que estaba el cadáver. No le hacía ninguna gracia. Tragó saliva y aguantó la respiración. El cuerpo tenía la cabeza destrozada, así que decidió rebuscar entre sus bolsillos para ver si encontraba algo de documentación. ¿Qué demonios estaba haciendo allí? -pensó- Esto era trabajo de la policía. Sus pesquisas dieron resultado: en el bolsillo derecho del muerto había un carné de conducir. Toni torció el gesto, conocía bien a aquel tipo. John Doe, el mismo al que había entrevistado hacía sólo unas horas. ¿En qué lío te habías metido, Doe? -pensó Toni, antes de abandonar la habitación, incapaz de aguantar un segundo más.

Hay ocasiones en las que necesitamos aportar velocidad a la narración, pero siempre con un ritmo determinado, mientras que hay momentos que requieren un punto de vista diferente, buscando no tanto que la acción avance, sino la recreación de un instante. No se puede ir de un extremo a otro, de cero a cien, pero sí lograr el equilibrio de ambas maneras de narrar para conseguir atrapar al lector.

¿Qué os parece? ¿Sois más de contar o de mostrar? ¿Velocidad o lentitud? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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