- ¿De manera alfabética? ¿Por colores? ¿A lo loco?
- Recuperamos una genial reflexión de Georges Perec.
La manera más fácil de ordenar una biblioteca es poniendo los libros por orden alfabético de su autor. Así es como lo vamos a encontrar casi siempre, aunque está claro que existen otras maneras, categorías y clasificaciones. Pero lo que está claro es que cuando superamos en casa un cierto número de libros, la biblioteca ordenada se convierte poco a poco en un microcosmos que tiende al caos en cuanto nos descuidamos. El genial autor francés Georges Perec reflexionó sobre el tema a su peculiar manera en el ensayo Breves notas sobre el arte y maneras de ordenar los libros propios.
Los libros se pueden ordenar de varias maneras:
- Alfabéticamente.
- Por continente o país.
- Por color.
- Por fecha de adquisición.
- Por fecha de publicación.
- Por formato.
- Por género.
- Por grandes periodos de la historia de la literatura.
- Por idioma.
- Por prioridad sobre su próxima lectura.
- Por conexión.
- Por series.
Ninguna de estas clasificaciones es satisfactoria por sí misma. En la práctica, cada biblioteca está ordenada comenzando por una combinación de estos modelos de clasificación, cuyo relativo peso, resistencia al cambio, obsolescencia y persistencia otorga a cada biblioteca una personalidad única.
Deberíamos distinguir las clasificaciones estables de las provisionales. Las estables son aquellas las cuales, en principio, respetas; las provisionales son aquellas que, supuestamente, sólo van a durar unos pocos días, el tiempo que cuesta descubrir, o redescubrir, el lugar idóneo para un libro. Esto se puede referir a un libro recientemente adquirido y no leído todavía, o uno leído hace poco que no sabes donde colocar y que has decidido apartar en ocasión de un encuentro próximo, o tal vez un libro cuya lectura ha sido interrumpida y que no quieres clasificar hasta que lo retomes y lo termines, o puede que tengas un libro que usas de manera continua durante un periodo de tiempo, o un libro que has sacado para consultar una información determinada o una referencia y no has devuelto a su sitio, o un libro que no puedes poner en su sitio correcto porque no te pertenece y has prometido varias veces que lo ibas a devolver, etc.
En mi caso, casi tres cuartas partes de mis libros nunca han llegado a ser ordenados. Aquellos que no están ordenados de una manera definitivamente provisional lo están de una manera provisionalmente definitiva. Mientras tanto, los muevo de una habitación a otra, de una estantería a otra, de una pila a otra, y puede que gaste tres horas buscando un libro sin encontrarlo, pero a veces con la satisfacción de pasar por encima de seis o siete otros los cuales sirven igual de bien para mis intenciones.
Georges Perec