- El autor catalán logró un gran éxito con La inmortal al ganar el Premio Edebé.
- Hoy le preguntamos por su obra y motivaciones a la hora de escribir.
La inmortal es el título con el que Ricard Ruiz Garzón ganó el Premio Edebé de 2017, una historia juvenil en la que el autor catalán no siente reparos en plantear temas de actualidad, con una gran carga social, pero siempre desde una óptica dispuesta hacia la reflexión y con la idea de animar al pensamiento crítico de los más jóvenes. Además, La inmortal planta una historia en la que encontramos elementos clásicos de la novela juvenil, como es el crecimiento personal de la protagonista a través de un disimulado misterio y una trama que se inicia a través del ajedrez.
Estos son los mimbres con los que Ruiz Garzón teje una obra que no por ser juvenil es sencilla y que es plenamente disfrutable por aquellos que buscan una novela de aventuras bien estructurada y que todavía disfrutan con las historias dedicadas a aquellos más jóvenes que están comenzando a plantearse el mundo tal y como es.
Hoy en Lecturalia tenemos la suerte de poder entrevistar al autor y someterle, de buen grado, a nuestro habitual cuestionario.
Lo primero, enhorabuena por el premio Edebé. ¿Qué te llevó a escribir una obra de literatura juvenil?
Muchas gracias, haber ganado el Edebé en su 25º aniversario es como si el premio fuera doble. Ya había escrito antes obras de infantil y juvenil, entre ellas la serie ‘Guardianes de Sueños’, pero en el caso de La inmortal fue una decisión muy pensada: cuando hace dos años dejé el periodismo para centrarme en la escritura, enseguida supe que lo primero que escribiría en la nueva etapa iba a ser infantil. Se lo debía a los libros que me hicieron lector (Ende, Dahl, Verne, Carroll, Stevenson), pero también a un género poco mediático que yo siempre había intentado tratar con cariño como periodista. ¿Por qué cuando uno va a escribir algo con expectativas se supone que ha de ser para adultos? Quise romper con ese tópico.
El ajedrez es una parte fundamental de La inmortal. ¿Es una pasión previa o surgió como consecuencia de la historia?
Siempre he jugado al ajedrez, de pequeño gané alguna competición aunque nada serio. Y siempre he leído obras con el ajedrez como elemento destacado: de Nabokov, de Carroll, de Zweig, de Pérez-Reverte, de Arrabal, de Mallorquí, de decenas de autores. Incluso llegué a investigarlo en reportajes periodísticos y a escribir un epílogo para una edición especial de El Ocho de Katherine Neville que la autora tiene aún en su página web. Siempre he creído que era un material literario excelente: como metáfora, como elemento lúdico, como esqueleto, como referente… Cualquiera que haya leído la Novela de ajedrez de Zweig o Alicia a través del espejo sabrá por qué.
En la novela sacas a la luz temas de actualidad, como el de la situación de los refugiados. ¿Crees que la literatura juvenil debe tratar temas como este, con toda la implicación política y social que conlleva?
Creo que temas como este afectan a los niños, que conviven con una realidad en las aulas muy distinta a la que recordamos nosotros. Así que sí, me parece imprescindible ayudarles a reflexionar sobre la multiculturalidad, la inmigración, el papel de la mujer, el debate ciencia-religión, la realidad de las familias con padres separados o la obsesión de nuestra sociedad por ganar, que son algunos de los asuntos centrales de La inmortal. De todas maneras, mi intención es proporcionarles elementos para debatir esos temas, no decirles lo que tienen que pensar sobre ellos. Quien adoctrina, estoy convencido, hace mala literatura.
Al mismo tiempo que hablas sobre inmigración, terrorismo, tolerancia… eres capaz de introducir un misterio muy personal. ¿Qué acaba siendo más importante para ti, la trama o el mensaje?
Una novela es una buena historia o no es. Detesto las novelas con mensaje, no creo que La inmortal tenga uno, en todo caso puede ofrecer varios –según los personajes– y como digo sujetos a debate. Esta es una novela muy trabajada en estructura, en creación de personajes y en referentes culturales, todo lo cual se orienta hacia una trama que atrape a los lectores (en literatura infantil debería prohibirse lo aburrido). En lo demás, me conformo con fomentar cierto espíritu crítico para unas cuestiones en las que tanto abundan los prejuicios.
Además de escritor, también eres profesor de Escritura Creativa. ¿Crees que tu labor al analizar y enseñar cómo escribir ha cambiado tu manera de trabajar en los últimos años?
La enseñanza, como el periodismo, me ha ayudado empujándome a leer sin parar durante dos décadas, y también a afinar el juicio y a conocer a fondo las técnicas de escritura. Sin todo eso no sería el escritor que soy, desde luego. La ilusión y la capacidad de soñar, en cambio, he preferido mantenerlas lo más intactas posible.
¿Vas a seguir dentro del género juvenil o tienes planeada una novela más adulta?
Ambas cosas. Mi idea es mantener una línea de género (el infantil-juvenil, pero también el fantástico, que es mi otra especialidad) y otra de literatura sin etiquetas, más arriesgada en algunas cosas y en la línea de mi primer libro Las voces del laberinto, que por cierto aparecerá a principios de 2018 como novela gráfica de la mano de Alfred Borés. Mi próximo libro, de todos modos, será una aproximación a Mary Shelley a partir de diez monstruos que complementan al de Frankenstein, y saldrá en marzo para el bicentenario de la novela.
Y por último, ¿qué le dirías a nuestros lectores para que se acercaran a La inmortal?
Bueno, les diría que es mi mejor libro hasta la fecha, que ha obtenido un premio de unánime prestigio y que por algo está entrando con fuerza en las escuelas. Y en realidad, añadiría que me gusta trabajar en distintos niveles de lectura, así que si son padres o profesores, o si están pensando en si es una novela adecuada para sus chavales, no tienen más que probarlo; estoy seguro de que disfrutarán también leyéndola. Hay claves en La inmortal, por decirlo de manera opuesta a la habitual, que son para el adulto que todos los niños llevan dentro.
Ricard Ruiz Garzón