- El escritor inglés acaba de recibir el Premio Nobel de Literatura.
- Siguiendo esta norma escribió Lo que queda del día.
Hace pocos días que Kazuo Ishiguro fue elegido por la Academia Sueca para formar parte del Olimpo literario compuesto por los ganadores del Premio Nobel de Literatura. El autor británico no es un escritor especialmente prolífico, pero sus obras parecen estar medidas palabra por palabra, en un ejercicio de preciosismo difícil de imitar. Por eso sorprende que el propio Ishiguro confiese que escribió Lo que queda del día, una de sus obras más conocidas, en apenas cuatro semanas.
Sí, cuatro semanas. Un mes. El tiempo en que otros autores apenas han puesto las primeras piezas de la documentación en su sitio. En un artículo de The Guardian, publicado en 2014, comentó cómo enfrentarse al bloqueo del escritor y a la página en blanco, explicando su propio método para encarar una de las novelas más importantes de su carrera y que fue adaptada posteriormente al cine con gran éxito.
Hay que tener en cuenta que entonces Ishiguro tenía 32 años, tenía problemas de trabajo y la creatividad parecía que se le escapaba. Entonces urdió una estrategia junto a su esposa, Lorna, para reactivar su parte más imaginativa. Lo que no podía esperar es que le diera un resultado tan impresionante. Según él:
Durante un periodo de cuatro meses, limpiaría sin miedo mi agenda y entraría en lo que llamamos “misteriosamente” un accidente. Durante ese accidente no haría otra cosa que escribir desde las 9 de la mañana a las 10:30 de la noche, de lunes a sábado. Tendría una hora libre para comer y dos para cenar. No miraría ni respondería el correo y no me acercaría al teléfono. Nadie vendría a casa. Lorna, pese a su propia agenda, se encargaría durante ese periodo de mi parte en la cocina y las tareas de la casa. De esa manera, esperábamos, no sólo completaría más trabajo de manera cuantitativa, sino que también entraría en un estado mental en el que mi mundo de ficción se convertiría en más real para mía que el de verdad.
Este plan de choque acabó funcionando, ya que Ishiguro escribió Lo que queda del día en esas cuatro semanas, al menos, o eso parece, la primera versión. En un mes, sólo en un mes, logró dejar atrás la crisis creativa que le amenazaba y terminar una de sus mejores obras. La concentración y la constancia como base de una voluntad volcada en la creatividad.
Vía: The Atlantic
Kazuo Ishiguro