- De origen incierto, apareció en el siglo XIX.
- Llevan más de cien años analizando el idioma en que está escrito.
A lo largo de la historia son varios los libros que han aparecido escritos en un lenguaje desconocido, con ilustraciones equívocas y misteriosas, creando un halo de misterio a su alrededor. De algunos de ellos se piensa que no son más que divertimentos, engaños hechos a propósito para volver locos a historiadores y académicos. Otros se mantienen en equilibrio entre la verdad y lo desconocido, como es el caso del volumen que hoy nos ocupa, el Codex Rohonczi.
La primera vez que llamó la atención fue a mediados del siglo XIX, cuando la Academia de Ciencias de Hungría recibió la donación de la biblioteca del conde Gusztav Batthýany. Su peculiar escritura e ilustraciones llamó la atención de los académicos, que trataron de rastrear su origen y significado sin demasiado éxito.
La única nota anterior sobre el libro aparece en el catálogo de la biblioteca original, datando un libro de similar tamaño en 1743; es sólo un leve indicio, ya que ahí se habla de un libro de oraciones húngaras, algo que es difícil de comprobar en el denso galimatías de su escritura.
A lo largo de las décadas, este libro ha pasado por las manos de numerosos especialistas que se han visto incapaces de entender nada de nada. ¿Es un código? ¿Es un lenguaje inventado? ¿A qué se refieren sus ilustraciones?
Con el paso del tiempo, algunos académicos han acabado por afirmar que lo más probable es que el Codex Rohonczi no es más que un engaño, una falsificación histórica con la que sacarle dinero a los ricos coleccionistas, obra del anticuario Sámuel Literáti Nemes, conocido por sus numerosos timos literarios.
Más recientemente, dos estudiosos húngaros, Gábor Tokai y Levente Zoltán, afirman que por fin han descubierto en qué está escrito el libro. Según ellos, sería un código que refiere a un lenguaje artificial. Su origen se dataría en 1593 y se trataría de una recopilación de textos religiosos, con material de los evangelios y también con material no canónico.
Quizá la presencia de esos textos expurgados por la Iglesia motivó a sus autores a codificar de esa manera el libro, para que nadie excepto ellos y sus adeptos pudieran leerlo, sin correr el riesgo de ser tachados como herejes. Un misterio que, por el momento, sigue sin resolverse.