- No son ni agentes ni editores. O al menos eso dicen.
- Trabajan para ayudar al escritor a terminar su libro.
Una doula, en su sentido más tradicional, es una persona de gran experiencia que da apoyo emocional a las mujeres durante el embarazo, el parto y las semanas posteriores. No tienen que tener titulación médica, sino que su trabajo es más psicológico, ayudando a crear un buen ambiente familiar y trabajar mano a mano con la futura madre para hacer el proceso más llevadero. Pues bien, dejando a un lado que doula viene del griego dula (esclava), esta idea del apoyo y el buen ambiente ha llegado a otros ámbitos, siendo el más reciente el del mundo del libro.
En un mundo lleno de coachs, managers, proactive agents y personal trainers -entre otros abstrusos anglicismos-, empeñados en hacernos más creativos, más originales, más comerciales y más de todo, no es de extrañar que también las doulas se hayan hecho un hueco más allá de asistir en los embarazos. En lo que concierne al mundo literario, han llegado para ayudar en otro tipo de parto: el de un libro.
Sin duda, apelar al frágil momento de un escritor cuando está terminando un libro no es casual. Esas semanas de zozobra, cuando no sabes si lo que has escrito merece la pena o es un montón de locuras sin sentido, puede dejarte confuso y sin saber qué camino coger. Ahí llega la doula, para apoyarte en esos días complicados.
Según Ali Lawrence, editora, coach de escritura y doula, su trabajo consiste en encontrarse con los clientes cuando están vulnerables, dándoles guía, apoyo, empoderamiento y ayudándoles a alcanzar sus objetivos literarios. Se ve a sí misma no como una consejera, sino como una compañera que ayuda a lograr terminar un libro. De hecho, ayuda no sólo de manera psicológica, sino que también diseña portadas, maqueta y se encarga de los pequeños detalles de edición.
Al parecer, casi podríamos decir que es ahí donde una doula se puede ganar el sueldo. Muchos autores rechazan usar este tipo de ayuda, aunque quizá en la parte técnica sí que puedan ser de ayuda para escritores que se dediquen a la autoedición y quieran ver sus libros terminados en un parto sencillo que no incluya aprender a editar.
Una moda curiosa, que a priori no parece que pueda prosperar, pero claro, quién nos iba a contar hacer veinte años el triunfo actual de la programación neurolingüística y el mindfulness en numerosos ámbitos de la vida. Quién sabe si ser doula literaria será el nuevo refugio para los profesores de talleres literarios.
Vía: The Guardian