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Grupos organizados buscan hundir libros y autores en las redes sociales

AutorAlfredo Álamo el 23 de agosto de 2017 en Divulgación
  • Hubo acusaciones de lucro y mal comportamiento.
  • Han aparecido cientos de malas puntuaciones y comentarios.

Hombre con gafas molestando a otro mientras lee.

Hoy en día, el poder que tienen algunas redes sociales como Goodreads, o páginas web como Amazon, sobre la decisión final de compra de un lector es muy importante. Es muy sencillo buscar un libro y ver su puntuación media, así como los últimos comentarios que ha recibido. Pero del mismo modo que se busca la facilidad para encontrar y dar información, también se puede manipular estos resultados para hundir un libro a lo más profundo. Esto puede suceder con más facilidad de lo que parece.

Según cuenta la autora Anne R. Allen, muchos escritores han decidido abandonar la plataforma de Goodreads después de ser perseguidos, de manera virtual, por grupos organizados de autores que criticaban al resto de sus compañeros por avariciosos. Véase avaricia como el hecho de cobrar por publicar un libro, en lugar de pagar.

El acoso se incrementó: de las palabras pasaron a poner valoraciones de una sola estrella a sus objetivos. Al ser un grupo organizado y grande, muchos libros empezaron a bajar en los tops y a desaparecer de listados muy importantes. Pedían copias de prensa, las valoraban a la baja y luego vendían los libros en eBay. También acudían a los blogs de los otros autores a criticar y a dejar malas opiniones, buscando intimidar al resto de escritores.

Muchos autores abandonaron Goodreads para no tener que enfrentarse con esta gente, que llegó incluso a mandar amenazas de muerte. Todo un acoso virtual que bien podría entrar en el campo de las sectas, tal y como se comportaron. Hoy en día, en Goodreads hay más control sobre las opiniones y los movimientos organizados, pero de vez en cuando todavía se puede encontrar uno con algún acoso.

En Amazon, además de estos movimientos -más complicados, ya que se suele exigir una compra verificada-, existe otro tipo de acoso. El de los editores que resuelven sus conflictos económicos con los escritores de una manera muy poco elegante. El poder de las redes sociales permite a un autor denunciar que su editor no le paga. Esto, que hasta hace poco era un poco tabú dentro del mundo editorial, se ha convertido en algo común que no ha gustado para nada. ¿El resultado? Ataques virtuales.

Si un autor se destaca en defensa de sus derechos, al poco tiempo empiezan a llegarle opiniones negativas, siempre dentro de los parámetros que Amazon permite. Pero la amenaza de ir más allá sigue ahí y muchos autores deciden echarse atrás y dejar de denunciar antes de meterse en un problema a largo plazo.

Del mismo modo, parece que estos grupos se pueden organizar para lo contrario: apoyar un lanzamiento editorial de uno de los suyos, creando una red de valoraciones altas y comentarios elogiosos que destaquen ese libro por encima de los demás. Además, están a la defensiva por si alguien no está de acuerdo con esas excelentes puntuaciones y decide hablar en público, recibiendo numerosos mensajes en contra.

Esto también se aplica a grupos de presión política y social. Del mismo modo que aparecen en redes como Twitter, también se organizan para buscar autores y libros que no comulguen con sus ideas -como el racismo o la homofobia-, y hundirlos dentro de Goodreads y otras redes sociales.

Sin duda, en un modelo perfecto, estos grupos desaparecerían dentro de una mayoría estable y su influencia apenas sería una variación anecdótica, pero lo cierto es que hoy en día pueden generar muchísimo ruido y crear auténticas campañas de descrédito capaces de destruir carreras literarias todavía incipientes.

Vía: Anne R. Allen

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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