- El escritor francés se batió en varias ocasiones.
- Su vida estuvo plagada de anécdotas.
Que Alejandro Dumas era todo un personaje, al margen de su trayectoria como escritor, es un hecho constatado. Amigo de las fiestas, derrochador, pendenciero, bebedor, gourmet… todo un hedonista y bon vivant que se ganó muchísimo dinero con sus novelas y que acabó perdiendo toda su fortuna y perseguido por sus acreedores . A lo largo de su vida tuvo varios encontronazos que le llevaron a batirse en duelo con políticos y artistas, poniendo en juego su propia vida.
No se sabe el número total de duelos a los que se enfrentó, pero tenemos constancia del primero, que sucedió cuando Dumas tenía apenas 23 años. Al parecer fue una discusión con un soldado por una deuda de juego. Dumas pensaba que iba a ser un duelo a pistola, era muy habilidoso, pero al final le tocó luchar con una espada. El propio autor relata que durante la pelea -que ganó con mucha suerte- se le cayeron los pantalones.
En otra ocasión, su duelo se pospuso porque su oponente había cogido un fuerte resfriado tras caerse a un canal. Dumas tuvo suerte unos años más tarde, cuando otro duelista no pudo acudir a batirse ya que acababa de perder dos dedos la mano en otro duelo horas antes. Se ve que lo de los duelos estaba a la orden del día en la Francia del XIX.
De todos es conocido también que Dumas trabajaba con otros escritores, pasándoles ideas y revisando el resultado final, algo que explica su extraordinaria producción literaria. Uno de estos autores, Frédéric Gaillardet, tuvo una fuerte discusión con el escritor de Los tres mosqueteros, ya que le reclamaba que era el verdadero autor de una de las novelas firmadas por Dumas.
Al parecer, la cosa fue a mayores y acabaron enfrentados en el campo del honor, aunque al final ninguno de los dos resultó herido de gravedad. Más tarde, Gaillardet denunció a Dumas ante la justicia, donde no le fue nada bien. Al final Dumas se salió con la suya.
Pero quizá la anécdota más conocida de Dumas y los duelos sea su enfrentamiento con un político. Ambos eran unos excelentes tiradores, así que decidieron echar a suertes quién era el perdedor, que luego se pegaría un tiro. Dumas perdió, agarró la pistola y se encerró en su despacho. Segundos más tarde se escuchó el sonido de un disparo. Sus amigos se temieron lo peor, pero Dumas abrió la puerta diciendo:
Señores, ha ocurrido un desastre inesperado. He fallado.
Dumas fue un personaje tan singular que habría podido protagonizar sin problemas una de sus propias novelas de aventuras. Eso sí, un tiro más certero o una espada mejor empuñada nos podría haber dejado sin algunos de los libros más emocionantes de la historia de la literatura.
Alejandro Dumas