- Mejorar personajes, alejarse de clichés, ir un paso más allá.
- Como autor, conviene salir de la zona de confort.
Como autor, siempre tenemos alguna idea en la cabeza, bien sea algo que se nos ha ocurrido después de leer un buen libro, una noticia en el periódico o una anécdota que acabamos de escuchar. Ahí empieza a funcionar la imaginación y a construirse una historia, pero muchas veces acabamos desechándolo todo porque no llega a ser tan interesante como esperamos. Para eso podemos intentar retorcer la idea que hemos tenido para conseguir que sea más atractiva.
Da vida a los personajes secundarios. A veces nos quedamos con los protagonistas y dejamos de lado el trasfondo, necesidades y personalidad de muchos personajes que pueden dar vida nueva a la historia. Busca motivaciones extrañas o curiosas o costumbres poco comunes y verás cómo cambia todo.
No tengas miedo en explorar temas tabús. Muchas veces damos por sentada la sexualidad de los personajes y no entramos en los amplios terrenos de las preferencias sexuales. Esto puede darle vida nueva a un protagonista o a un secundario. Tampoco podemos dejar de lado sus problemas. Si logras encontrar una motivación a partir del dolor, seguro que te permite explorar mejor su psicología.
Sal de tu zona confort y no conviertas a los personajes en réplicas más o menos cercanas de tu propia experiencia y clase social. Sí, escribe sobre lo que sabes, pero empieza a mezclar ideas: millonarios drogadictos, vagabundos poetas, gánsteres músicos, cantantes boxeadores. ¿No te sugieren historias interesantes?
Usa escenarios conocidos, pero haz que transmitan lo contrario de lo que la gente espera. ¿Tu historia pasa en un jardín público? Que no esté lleno de luz y de niños, sino de oscuridad y peligro. ¿Están en una casa abandonada? Que resulte un lugar cómodo y agradable.
No infravalores el poder de la locura. Añade siempre una pizca de comportamiento impredecible a uno de tus personajes. Esto te permite jugar con situaciones en apariencia normales que pueden acabar de cualquier manera. Además, el juego de relaciones con el resto de protagonistas se hace mucho más complejo.
Crea relaciones profundas. La lealtad y el compañerismo entre personajes funciona muy bien, tanto para amplificar la historia y que los lectores se sientan reforzados, como para cargártelo todo y golpearles con una traición tremenda. No dejes que sus relaciones sean aburridas y profesionales. Cuanto más personales sean, mejor.
¿Has empezado con tu protagonista levantándose de la cama? Mal. Empieza con tu protagonista colgando de una cornisa perseguido por dos cantantes boxeadores, mientras trata de recordar cómo ha llegado allí si lo último que hizo fue ir al sicólogo la tarde anterior para hablar de su problema de sexo sonámbulo. No dejes que el lector tenga tiempo de aburrirse.
Vía: Jane Friedman Blog