- Su traductor al islandés tardó 10 años en terminar.
- Al final se dio por vencido.
La labor de un traductor no es nada fácil, aunque hoy en día mucha gente piense que con tener unos conocimientos básicos de un idioma ya se puede lanzar a trabajar en la obra original de otra persona. No es así, claro. Primero hay que poseer un gran conocimiento de los dos idiomas: el original y el propio. Luego, entender los trucos y recovecos que componen el estilo del autor. Finalmente, enfrentarse a problemas en apariencia irresolubles. Eso fue lo que le ocurrió a Ragnar Jönasson a la hora de traducir La muerte de Lord Edgware, de Agatha Christie.
Jönasson llevaba ya unas cuantas novelas de Agatha Christie traducidas al islandés y ya se había convertido en todo un fan del estilo de la autora británica. Todo iba viento en popa hasta que una editorial le encargó traducir La muerte de Lord Edgware. El traductor islandés no tenía problemas con los giros y vueltas de Christie, al contrario, le encantaban. Pero de repente se encontró con una pista clave de la novela: dos palabras en inglés de las que no podía encontrar nada similar en su propio idioma.
Cuando traducía, la esencia de la pista -algo fundamental en una novela de Christie-, se perdía, se disolvía en islandés sin aportar nada. Al parecer, el editor era alguien particularmente comprensivo, tal vez en Islandia los fans enfervorecidos no se quejan diariamente por lo que tarda un traductor, puesto que dejó en sus manos la fecha de publicación hasta que hubiera resuelto el problema.
Al final, Jönasson tardó 10 años en terminar la traducción, en poner punto y final a la historia de la muerte de Lord Edgware. Eso sí, se dio por vencido. Tras probar cientos de variables y darle todas las vueltas del mundo, decidió dejar esas dos palabras en inglés. (Para los más curiosos, se trata del capítulo 29 de la novela).
Otro traductor, o quizá otro con menos tiempo, habría optado por una solución rápida, quizá la misma que él, o bien no se habría parado a considerar la pérdida de significado de la traducción. Esto demuestra lo complicado que puede ser en ocasiones un trabajo tan especial como el de la traducción, en el que estilo y corrección tienen que ir de la mano.
10 años por dos palabras. Pensadlo bien la próxima vez que alguien se queje de lo que se tarda al traducir las 1000 páginas de cada nuevo libro de Juego de Tronos.
Vía: The Guardian