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Grandes bibliotecas de la historia: La Biblioteca Marciana

AutorAlfredo Álamo el 30 de enero de 2017 en Divulgación
  • La gran biblioteca de Venecia está en plena plaza de San Marcos.
  • Contiene uno de los legados culturales más importantes del mundo.

Biblioteca Marciana en la Plaza de San Marcos.

En 1468, el cardenal Basilio Besarión realizó una gran donación a la República de Venecia, más de 800 códices griegos y bizantinos que había acumulado tras su trabajo como patriarca latino de Constantinopla. A cambio, sólo pidió una cosa, que los libros fueran guardados en un lugar acorde con su importancia. Varias décadas después se inauguró la Biblioteca Marciana, situada en el corazón de Venecia, la Plaza de San Marcos.

Lo cierto es que el gobierno veneciano se lo tomó con calma. Las obras se iniciaron en 1537 y fueron encargadas al reconocido arquitecto Jacopo d’Antonio Sansovino, quizá el principal responsable del entorno de la Plaza de San Marcos tal y como la conocemos hoy en día. El edificio fue terminado tras su muerte en 1570 por Vincenzo Scamozzi y fue considerado en su época como una de las más bellas construcciones desde los tiempos de la Antigua Roma.

Por dentro, la biblioteca se concibió como un palacio digno de un príncipe, con obras de Tiziano, Tintoretto o Veronés. Los arcos dóricos encajan a la perfección con la arquitectura de la plaza, así como el resto de la fachada, que incluye una balaustrada con estatuas dedicadas a los antiguos dioses romanos.

La donación de Besarión supuso un impulso a la antigua colección de la ciudad, que incluía, por ejemplo, la biblioteca personal y notas de Petrarca. A partir de 1603 se instauró una ley por la cual todo libro publicado en Venecia debía enviar una copia para la biblioteca. En el siglo XVII comenzó a acrecentar su importancia al recibir colecciones que hasta el momento se guardaban en monasterios como el de San Pablo o el San Juan de Verdara.

Al contrario de lo que ha ocurrido en otras bibliotecas durante guerras e invasiones, la Biblioteca Marciana, de hecho, recibió donaciones importantes tras las guerras napoleónicas y la reunificación italiana, absorbiendo fondos de museos e importantes coleccionistas privados. Durante el siglo XVIII se consolidó como una de las más grandes de Europa.

Si bien los fondos se trasladaron a principios del siglo XIX al Palacio Ducal, en el XX volvió a su sede original, ocupando todavía más espacio en la Plaza de San Marcos. Es un lugar de visita obligada para bibliófilos y académicos, no en vano alberga más de 13.000 manuscritos, 2.800 incunables de valor incalculable y casi 25.000 ejemplares de libros publicados durante el Renacimiento.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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